V Domingo de Pascua, Ciclo A.
Alfonso Berrade, C.M.
¿Era solo problema de viudas?
Recordemos que en varios pasajes del Nuevo Testamento aparecen las
recomendaciones a las comunidades cristianas que van surgiendo hagan colectas y
se preocupen de las viudas de Jerusalén. Así aparece que cumplían con buen
corazón el deber de atender a huérfanos y viudas. Pero también hay viudas en
Galacia, Efeso, Corinto, Atenas y otros sitios donde se están formando comunidades
cristianas. Las viudas de esos lugares se sienten con el derecho a reclamar la
igualdad de trato que las israelitas. ¡Pues sí, tienen derecho a ser tratadas como las
demás! Lo curioso es el resultado del reclamo.
Ante este hecho, los apóstoles van a dar vida a algo muy importante en la vida de
la Iglesia: La aparición del diaconado. La cosa parece que era muy importante
porque son “los doce” los que van a tomar la decisión. Casi, casi como un Concilio.
Y piden a todos los fieles que intervengan, que vean qué hacer y cómo lograr que
las “viudas de toda raza y nación”, que “todos los pobres” sean atendidos. Y todos
tomaron parte en la elección de los siete diáconos. Luego los apóstoles les imponen
las manos. Tendrán el sacramento del orden en primer grado y estarán unidos a los
apóstoles, Obispos, Papas para demostrar que la predicación de la Palabra, la
oración y la vida sacramental no sería totalidad de trabajo por el Reino de Dios si
no se completa con la buena noticia a los pobres, que sus hermanos en la fe se
preocupan por ellos, convirtiéndose en manifestación de la providencia de Dios que
alimenta a los más desprotegidos. Seguro que presentaron más que los elegidos,
pero los apóstoles dieron ese número siete simbólico de plenitud. Quieren decir que
todos los cristianos pobres serán atendidos en sus necesidades materiales por la
Comunidad Eclesial. Así, pues, los apóstoles dedicarán su vida a predicar, a orar y
hacer discernimiento de la voluntad de Dios. Los diáconos se dedicarán con amor a
servir a los pobres en sus necesidades materiales diarias.
Ahora, después de 20 siglos, ¿en qué quedó todo aquello? Cuando leemos el
capítulo 2 de los Hechos de los Apóstoles nos emocionamos viendo esa maravilla de
la comunidad cristiana. Pero ¿Tenemos ojos y oídos para ver y oír lo que ocurre en
el mundo cristiano actual? No es ya sólo cuestión de viudas. La Iglesia es madre
que alimenta a ancianos, enfermos, leprosos, minusválidos, personas que por una
causa u otra han quedado marginadas de esta sociedad saturada por el consumo.
Tal vez, esos servidores de los pobres no han recibido el sacramento del orden
diaconal, pero cumplen esa misma función. Ha sido la Iglesia la promotora de
tantos voluntariados, tantas congregaciones de servicio a los pobres, de tantas
personas que han entregado su vida a dar amor al pisoteado por la sociedad. Es el
gran servicio de la Iglesia, incluso a los no cristianos. Es servicio al hombre
aplastado en el mundo actual.
Hoy, al hablar de todos esos colectivos de servicio, también podremos decir: Todo
comenzó en aquella protesta de las viudas helénicas y ha llegado hasta nuestros
días a través de San Juan de Dios, de San Vicente de Paúl, de la beata Teresa de
Calcuta y de cientos de personas que escucharon decir a los apóstoles, hoy a los
obispos: “Escojan algunos de ustedes… y les encargaremos esa tarea de atender a
los pobres”. La respuesta es maravillosa y es testimonio de vida de fe y amor. Con
permiso de somos.vicencianos.org