Sábado 17 de Mayo de 2014
Santoral: Pascual Bailón
Hechos 13,44-52 Sabed que nos dedicamos a los gentiles
Salmo responsorial: 97 Los confines de la tierra han contemplado la victoria de
nuestro Dios.
Juan 14,7-14 Quien me ha visto a mí ha visto al Padre
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi
Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto. Felipe le dice: Señor, muéstranos al Padre y
nos basta. Jesús le replica: Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe?
Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: Muéstranos al Padre? ¿No crees
que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia.
El Padre, que permanece en mí, hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre
en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras
que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre; y lo que pidáis en mi nombre, yo lo
haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré.
Pensemos…
Ayer habíamos afirmado y sostenemos con fe que conocer a Jesús es conocer al
Padre. Y que Jesús es el camino que nos conduce a la eternidad.
Entonces…
Jesús habla siempre del Padre y eso hace suscitar la pregunta de Felipe.
"¡Muéstranos al Padre y nos basta!” Un deseo bueno y más que curioso, saludable, porque
querían conocer. ¡El que me ha visto a mí ha visto al Padre! Esta respuesta es para que
sepamos, que encontrarlo en tal o cual punto, Dios no está lejos de nosotros. Mirar a Jesús
es ver al Padre. ¡El Padre está en mí y yo estoy en el Padre!
Es bello descubrir en Jesús al Padre. Su mirada, sus acciones, sus obras. Todo
viene del Padre. Y además, nos revela esa alegre promesa donde todo lo que conoce del
Padre nos lo da a conocer. Por eso dice que todo lo que le pidan se lo pedirá al Padre para
que nos lo conceda. Todo para colocarlo al servicio. Nada de vanagloriarse.
Es verdad que se va pero no nos deja abandonados, sin defensas, todo lo contrario,
promete otro defensor o consolador, el Espíritu Santo. Y se va para que venga lo prometido.
Es desde el Espíritu Santo que se realizarán en nosotros las cosas de Jesús. Para ello
actuar en nombre de Jesús y mantener el mandamiento supremo del amor.
Padre Marcelo
@padrerivas