Sexta Semana de Pascua
Lunes
Cómo amar en situación adversa (II): las acciones
Juan 15, 26-16,4ª
“Vosotros también daréis testimonio”
Terminamos hoy la lectura de la segunda parte del discurso de despedida de
Jesús (Juan 15,1-16,4ª). Primero repasemos lo que pasó en el Jn 15. Después
de describir todas las implicaciones de la comunión con Jesús, desde la
perspectiva del amor (15,1-17), cómo Jesús preparaba a los discípulos para las
situaciones adversas en medio del “mundo”, serán odiados (15,18-21), y cómo a
partir de ella los invitó a hacer una valoración de esta dolorosa realidad (15,22-
25).
Ahora, para terminar, vamos a ver cómo Jesús educa a sus discípulos con
instrucciones aún más precisas para enfrentar situaciones de rechazo (15,26-
16,4ª). La primera de ellas retoma la promesa de la asistencia del Espíritu
Santo, cuya presencia está ahora relacionada con el “dar testimonio” (15,26-
27).
La cuestión es, ¿cómo debemos responder al odio del mundo?
Jesús da cuatro indicaciones sobre la manera de responderle al mundo. Todas
ellos giran en torno a una única idea: “dar testimonio”. Veamos el proceso que
Jesús describe:
1. Dejar que el Espíritu Santo nos dé el testimonio a nosotros (15,26)
Jesús les dice: “ Cuando venga el Paráclito… él dará testimonio de mí ”. Lo
interesante de este texto es: ¿A quién se le dará el testimonio? Uno tiende a
pensar que a la gente de fuera que nos está rechazando y no es así. El
testimonio del Espíritu en primer lugar es para los discípulos, porque es a ellos
que es enviado.
Se trata del testimonio de que Jesús verdaderamente vive, que sigue siendo el
Señor se sus discípulos, que no los abandona. Esto los animará para que den ese
testimonio. El discípulo perseguido necesita de esta fuerza de ánimo.
Sólo quien ha hecho una experiencia del señorío de Jesús, por medio del Espíritu
Santo, no tiene ningún problema para testimoniar ante el mundo. Uno solo
puede hablar de lo que ha vivido.
El “Paráclito” no viene en primer lugar a eliminarnos los problemas: él nos
enseña a analizarlos y a saber descubrir qué es lo que verdaderamente tenemos
que trabajar en nosotros para poder sostener y avivar el testimonio de una vida
en Cristo. Y esto ya es decisivo.
2. Dar testimonio, junto con el Espíritu Santo, de lo que hemos vivido en
el camino con Jesús (15,27)
La obra del Espíritu se expresa luego mediante un testimonio explícito de Jesús,
que hacemos de palabra y de obra: “ Pero también vosotros daréis
testimonio, porque estáis conmigo desde el principio”.
No se testimonia un sentimiento ni una buena intención con relación a Jesús,
sino todo un camino de vida recorrido junto con Él. El contenido del testimonio
es el evangelio hecho vida, encarnado en el largo y paciente camino de la fe.
Se testimonia lo que Dios ha hecho por uno desde el primer momento de gracia,
cuando fuimos llamados al seguimiento, hasta ahora. Se anuncia con hechos
concretos lo que Jesús ha significado para nuestra vida, todo aquello que
ciertamente no se habría podido vivir sin Él.
3. Mantenernos firmes a pesar de lo duro de la persecución, no claudicar
(16,1-3)
A los discípulos los “ expulsarán de las sinagogas”. Este es el momento más
doloroso: el rechazo de la propia comunidad de fe y de amor. El evento puede
llegar hasta el desenlace trágico: “E incluso llegará la hora en que todo el
que os mate piense que da culto a Dios” .
En este momento el discípulo se podrá “escandalizar”. Le parece que tanto
sufrimiento es demasiado.
Jesús pide que no se escandalicen, que no salgan corriendo despavoridos. Él
estará al lado cuidándolos. Recordemos el testimonio de Pablo frente a las
persecuciones de Nerón (2 Timoteo 4,17).
El permanecer firmes, es decir, leales y fieles es una forma importante del
testimonio.
4. Hacer memoria de la Palabra de Jesús (16,4)
Jesús dice: “ Os he dicho esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis
de que ya os lo había dicho. No os dije esto desde el principio porque
estaba yo con vosotros ”.
Jesús nos habla anticipadamente para no nos coja de sorpresa la situación. Pero
de lo tendrá que acordarse el discípulo no es de la persecución sino de la
promesa de la victoria.
En este sentido, la memoria de la Palabra del Señor es decisiva. Es una forma de
vigilancia cristiana. Y esto lo podemos extender a todas las Palabras del Señor:
ellas tienen por finalidad ayudarnos a tomar conciencia de las diversas
situaciones que vivimos en nuestra vida cristiana y a discernir la actitud justa
que nos coloca a la altura de la situación.
Pero la base de todo es que nos sintamos firmes y seguros de la verdad de las
promesas de Jesús.
Al terminar esta sección del discurso de despedida de Jesús, oremos:
Gracias, Padre, por las palabras de Jesús. Tu Hijo coloca nuestros pies en la
dura realidad del caminar del discipulado, pero no deja nunca de iluminarnos
amablemente con su presencia siempre fiel. Nos ayuda a comprender mejor lo
que estamos viviendo todos los días. Ayúdanos para que nos dejemos
sorprender, no sea que a la hora del testimonio no estemos suficientemente
maduros ni preparados. Infunde en nosotros el amor, la paciencia y la fortaleza
que le sostuvo en el camino de la Cruz ”. Amén.
Cultivemos la semilla de la palabra en lo profundo del corazón
1. ¿En que situaciones concretas me visto abocado a dar testimonio de Jesús?
2. ¿A quién le da testimonio el Espíritu Santo en primer lugar? ¿Testimonio de
qué?
3. ¿Me siento preparado para enfrentar las adversidades sin llegar a caer en el
desánimo ni la tentación de dejar de lado mi opción cristiana?
Padre Fidel Oñoro CJM