VI DOMINGO DE PASCUA (A) (Juan, 14, 15-21)
“Me voy a prepararos sitio para que, donde estoy yo estéis también vosotros”
- San Pedro en su Carta, - al igual que lo hiciera Jesús -, nos avisa de las
dificultades que conlleva el seguimiento del Señor y la misión de ser,
“anunciadores de la Buena Nueva : ¡"Seréis calumniados"!
- Pero, al mismo tiempo, nos estimula y nos anima a la confianza: "Mejor
es padecer haciendo el bien, que padecer haciendo el mal"
- N os vienen muy bien estas recomendaciones, especialmente en estos
tiempos que nos ha tocado vivir, en los que es evidente lo activa que está
una insidia contra la Iglesia, orquestada desde los más diversos medios y
con un celo digno de mejor causa. Cómo se magnifican las posibles miserias
humanas de determinados miembros de la Iglesia, mientras que se ignora y
se silencia la entrega y la santidad heroica de tantos y tantos miembros de la
Iglesia de Cristo que cada día se esfuerzan por ser consecuentes con el fiel
seguimiento del Señor. Esta parcial visión que se transmite, distorsiona la
verdadera imagen de la Iglesia de Cristo y provoca confusión y rechazo
hacia esta Institución divina por parte de los que desconocen la verdadera
naturaleza y misión salvadora que tiene la Iglesia, a pesar de las posibles
flaquezas y escándalos de algunos de sus miembros.
- ¿Que hacer ante esta hostil situación?
En el Evangelio encontramos la respuesta: Amar a Jesús y guardar sus
mandamientos. Es decir, dar testimonio perseverantemente para que, en
frase de San Pablo, “ahoguemos el mal en abundancia de bien”.
. Y en esta lucha, nos dice hoy Jesús que ¡no estamos solos!
"No os dejaré desamparados".
"Yo le pediré al Padre que os dé otro Defensor que esté siempre con
vosotros, el Espíritu de la verdad".
- Con la garantía de la asistencia divina, que nos ofrece Cristo, luchemos
por presentar con humildad, pero con firmeza, ese otro rostro positivo de la
Iglesia de Cristo que esté avalado por nuestras buenas obras.
Sólo así, “cumpliendo sus mandamientos”, (nos dice Jesús) , seremos
creíbles y estaremos dando la prueba infalsificable de nuestro amor a Dios
que se nos reclama hoy en el Evangelio.
Guillermo Soto