“LA SANTIDAD EN LOS LAICOS”
Homilía monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
para el 6º domingo de Pascua el año
(25 de mayo 2014)
Este es un domingo especial para los argentinos porque estamos celebrando nuestro 25 de mayo y
queremos rezar por nuestra Patria.
Los obispos argentinos el pasado 8 de mayo, solemnidad de Nuestra Señora de Lujan, junto a las
reflexiones que presentamos “Felices los que trabajan por la paz”, invitamos a que en este 25 de mayo
en las diócesis de todo el País, en las Catedrales y santuarios, en las parroquias, capillas y en los hogares
se ore por la convivencia pacífica de los argentinos, utilizando la oración por la paz de San Francisco de
Asís. Hoy pedimos por nuestra Patria para que todos podamos ser instrumentos de la paz, de la justicia,
la vida, la verdad… y por lo tanto generadores de la Esperanza.
Hace algunos domingos reflexionamos sobre las vocaciones especialmente a la vida consagrada y el
sacerdocio ministerial. En este domingo queremos ahondar en la vocación del laico, dimensión
misionera y especialmente la evangelización de la cultura y es oportuno hacerlo en este 25 de mayo. La
vocación del laico se especifica fundamentalmente en la transformación de las realidades del mundo.
Son los cristianos que viven en nuestras ciudades o en el campo, llamados a construir una familia, a
comprometerse en sus trabajos, como docentes, políticos, como comunicadores sociales o bien en el
trabajo silencioso y fecundo de la chacra…Sobre todo desde esta vocaci￳n deberemos acentuar la
misión en la cotidianidad donde deberemos generar valores evangélicos, mayor sentido ético y
compromiso por el bien común.
Hace décadas que venimos señalando en la Iglesia la importancia que nuestros laicos comprendan su
propia vocación y misión, pero también debemos reconocer que probablemente en la práctica eclesial
nos cuesta a los pastores acompañar al laicado a santificarse en su realidad cotidiana. A veces los
entendemos solamente como ligados a actividades intraeclesiales, y muchos o muchísimos laicos no
asumen una dimensión misionera en sus ambientes, trabajos y familias.
En el acontecimiento y documento de Aparecida se trató este tema que considero importante lo
incorporemos a nuestra reflexión y examen de conciencia sobre el compromiso con esta vocación y
misión. Aparecida señala sobre los fieles laicos. El ámbito propio de su actividad evangelizadora es el
mismo mundo vasto y complejo de la política, de la realidad social y de la economía, como también el
de la cultura, de las ciencias y de las artes, de la vida internacional, de los “mas media”, y otras
realidades abiertas a la evangelización, como son el amor, la familia, la educación de los niños y
adolescentes, el trabajo profesional y el sufrimiento. Además, tienen el deber de hacer creíble la fe que
profesan, mostrando autenticidad y coherencia en su conducta” (210).
El documento sigue señalando también la importancia del laicado en la acción pastoral de la Iglesia en
sus distintas expresiones, así como en diversas formas de ministerialidad laical. En nuestra Diócesis
contamos, como gracia de Dios, con distintas sedes de la escuela de ministerios laicales que son
realmente significativas en el servicio que prestan a nuestras comunidades.
En esta reflexión quiero subrayar la importancia que adquiere en nuestro tiempo el fortalecimiento de
varias asociaciones laicales, movimientos apostólicos eclesiales, y comunidades eclesiales y nuevas
comunidades que se￱ala Aparecida que deben ser apoyadas y acompa￱adas por los pastores: “En las
últimas décadas, varias asociaciones y movimientos apostólicos laicales han desarrollado un fuerte
protagonismo. Por ello, un adecuado discernimiento, animación, coordinación y conducción pastoral,
sobre todo de parte de los sucesores de los Apóstoles, contribuirá a ordenar este don para la edificación
de la única Iglesia” (214).
Cuando señalamos que hay una cierta ausencia de laicos católicos comprometidos en las estructuras y
dirigencia social, consideramos como una de las causas la falta de formación. En este tiempo tendremos
que potenciar, y así lo se￱alan nuestras “Orientaciones pastorales” del Sínodo, la necesidad de acentuar
la formación del laicado en general, y especialmente en temas de ciudadanía, doctrina social de la
Iglesia y ética social y pública. Desde ya que no se trata solo de una formación intelectual. Solo cuando
ponemos en práctica lo que creemos podemos comprender más profundamente las enseñanzas de
Jesucristo y ser constructores en nuestra Patria y Provincia de una cultura marcada por la esperanza.
Jesucristo, en el Evangelio que leemos este domingo (Jn.14, 15-21), termina diciéndonos con claridad
esta exigencia de poner en práctica lo que creemos: “El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese
es el que me ama, y el que me ama será amado de mi Padre” (21). En la comprensi￳n y puesta en
práctica de la vocación y misión de los laicos en nuestro tiempo, recae uno de los grandes desafíos de
este inicio de siglo.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas