Solemnidad. La Asunción del Señor, Ciclo A.
Javier Balda, C.M.
La Ascensión de Cristo en cuerpo y alma a los cielos nos coloca frente al Plan
Salvador de Dios, frente al Misterio de Cristo, frente a la riqueza de la propia
Ascensión.
El cristiano tiene que subir porque arriba está la Luz; tiene que ascender porque
arriba está la Paz, tiene que escalar porque de arriba le vendrá el Valor. Por eso, el
cristiano tiene que decidirse, tiene que lanzarse, tiene que arriesgarse a arriesgar
su propia vida por el Evangelio.
La vida terrena de Cristo ha terminado, ha llegado a un final feliz, ya que la
salvación, meta y fin de su vida, ha sido llevada a su plenitud. Su cruz, su pasión,
su muerte y su resurrección nos han entregado su victoria, nos han regalado el
fruto de la redención: la salvación, la glorificación del hombre en su misma
Glorificación.
Cristo vuelve a la Casa del Padre. Ha cumplido su misión. El Nuevo Pacto, la nueva
Alianza, ha sido sellado. Dios y los hombres se han abrazado en su corazón de
hombre y Dios.
Cristo ha subido al Padre, pero no para alejarse de nosotros. Cristo vivirá junto al
Padre, pero también junto a nosotros.
Cristo seguirá vivo en el corazón de cada hombre y, por eso, el cristiano, que ha
aceptado a Cristo en su vida, deberá ser presencia, luz, vida, amor para los
hombres; deberá sentirse hermano con todos los que forman la gran familia
humana redimida y salvada por el mismo Cristo; deberá sentirse y ser Iglesia con
los demás y para los demás.
Cristo ha sido glorificado pero sigue vivo en nosotros. Y son nuestras palabras y
nuestros gestos y nuestros rostros los que deben mostrar y ofrecer el verdadero, y
siempre nuevo, rostro de Cristo.
Cristo ha sido glorificado pero sigue presente en nosotros. Quiere seguir viviendo,
amando, muriendo, redimiendo, quiere resucitar y ser glorificado, de nuevo, en
nosotros y con nosotros.
Cristo ha subido al cielo y allí nos espera para gozar de la plenitud del amor junto a
su Padre y Padre nuestro. Sólo así su muerte y su resurrección darán el fruto
deseado y no serán un fracaso en nuestras vidas.
Con permiso de somos.vicencianos.org