V D OMINGO DE C UARESMA , C ICLO A
Padre Dr. Juan Pablo Esquivel
PRIMERA LECTURA
Os infundiré mi espíritu, y, viviréis
Lectura de la profecía de Ezequiel 37, 12-14
Así dice el Señor:
-«Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo
mío, y os traeré a la tierra de Israel.
Y, cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío,
sabréis que soy el Señor.
Os infundiré mi espíritu, y viviréis; os colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo, el
Señor, lo digo y lo hago.»
Oráculo del Señor.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial
Sal 129, 1-2- 3-4ab. 4c-6. 7-8(R.: 7)
R. Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.
Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a
la voz de mi
súplica. R.
Si llevas cuentas de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el
perdón, y así infundes respeto. R.
Mi alma espera a en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora. Aguarde Israel al Señor, como el centinela la
aurora. R.
Porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa; y él redimirá a Israel
de todos sus delitos. R.
SEGUNDA LECTURA
El Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 8-11
Hermanos:
Los que viven sujetos a la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis
sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El
que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo.
Pues bien, si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el
espíritu vive por la justificación obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de
entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo
Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que
habita en vosotros.
Palabra de Dios.
Aleluya Jn 11, 25a. 26
Yo soy la resurrección y la vida -dice el Señor-; el que cree en mí no morirá para
siempre.
EVANGELIO
Yo soy, la resurrección y la vida
+ Lectura del santo evangelio según san Juan 11, 1-45
En aquel tiempo, un cierto Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta, su
hermana, había caído enfermo. María era la que ungió al Señor con perfume y le
enjugó los pies con su cabellera; el enfermo era su hermano Lázaro. Las hermanas
mandaron recado a Jesús, diciendo:
-«Señor, tu amigo está enfermo.»
Jesús, al oírlo, dijo:
-«Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios,
para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba
enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba. Sólo entonces dice a sus
discípulos:
-«Vamos otra vez a Judea.»
Los discípulos le replican:
-«Maestro, hace poco intentaban apedrearte los judíos, ¿y vas a volver allí? » Jesús
contestó:
-«¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día, no tropieza, porque ve la luz
de este mundo; pero si camina de noche, tropieza, porque le falta la luz.» Dicho
esto, añadió:
-«Lázaro, nuestro amigo, está dormido; voy a despertarlo.»
Entonces le dijeron sus discípulos:
-«Señor, si duerme, se salvará.»
Jesús se refería a su muerte; en cambio, ellos creyeron que hablaba del sueño
natural. Entonces Jesús les replicó claramente:
-«Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de que no hayamos estado allí, para
que creáis. Y ahora vamos a su casa.» Entonces Tomás, apodado el Mellizo, dijo a
los demás discípulos:
-«Vamos también nosotros y muramos con él.»
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco
de Jerusalén: unos tres kilómetros; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a
María, para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que
llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo
Marta a Jesús:
-«Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé
que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.» Jesús le dijo:
-«Tu hermano resucitará.»
Marta respondió:
-«Sé que resucitará en la resurrección del último día.»
Jesús le dice:
-«Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y
el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?» Ella le
contestó:
-«Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al
mundo.»
Y dicho esto, fue a llamar a su hermana María, diciéndole en voz baja: -«El Maestro
está ahí y te llama.»
Apenas lo oyó, se levantó y salió adonde estaba él; porque Jesús no había entrado
todavía en la aldea, sino que estaba aún donde Marta lo había encontrado. Los
judíos que estaban con ella en casa consolándola, al ver que María se levantaba y
salía deprisa, la siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar allí. Cuando llegó
María adonde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies diciéndole:
-«Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano.» Jesús, viéndola
llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban, sollozó y, muy
conmovido, preguntó: -«¿Dónde lo habéis enterrado?»
Le contestaron:
-«Señor, ven a verlo.»
Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban:
-«¡Cómo lo quería!»
Pero algunos dijeron:
-«Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que
muriera éste?»
Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una
losa.
Dice Jesús:
-«Quitad la losa.»
Marta, la hermana del muerto, le dice:
-«Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días.»
Jesús le dice:
-«¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?»
Entonces quitaron la losa.
Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo:
-«Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas
siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has
enviado.» Y dicho esto, gritó con voz potente:
-«Lázaro, ven afuera.»
El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un
sudario. Jesús les dijo: -«Desatadlo y dejadlo andar.»
Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho
Jesús, creyeron en él.
Palabra de Dios.
L A V IDA (D OMINGO V DE C UARESMA , CICLO “A”)
Domingos anteriores:
· Cristo - Agua: el único que sacia nuestra sed, todas nuestras aspiraciones.
· Cristo - Luz : que ilumina nuestra vida, haciéndonos pasar de las tinieblas al
Reino de la Luz.
· Hoy : Cristo - Vida , que nos da la Vida, y en abundancia...
+ Juan llama a los milagros de Jesús, “signos” => a través de ellos, Jesús
manifiesta su Identidad y su Misión... Más que el poder de Jesús, en evangelista
quiere poner ante nuestros ojos a la Persona misma de Jesús.
Los milagros lo manifiestan a Él como Salvador del mundo:
Jn, capítulo 6: Multiplica el pan ----> Yo Soy el Pan de Vida...”
Jn cap. 9: da la vista al ciego --------> Yo Soy la Luz del mundo...”
Jn cap.11: Resucita a Lázaro --------> Yo Soy la Resurrección y la
Vida”
+ Y Jesús se manifiesta como siempre, para salvarnos .
Y lo hace no “desde arriba” (indicando, señalando), sino haciéndose uno de
nosotros, hasta las últimas consecuencias: hoy vemos rasgos muy concretos: su
amistad con Lázaro ( “el que tú amas...” ), su llanto por la muerte de un amigo... Y
en Jesús que llora, es Dios en persona quien llora por el hombre, su amigo, que al
abandonar a su único Señor se ha hecho esclavo del pecado y del fruto más amargo
del pecado, que es la muerte... Cristo, lo contempla y llora...
Pero por su infinito amor, Dios se hace solidario con nosotros, como hombre y
como Dios. Dios nunca es un Dios indiferente, o un Dios que ama “de
lejos”...
El que es la Vida, morirá, para darnos Vida.
Así Jesús, como hombre mortal igual a nosotros, lloró a su amigo Lázaro, y
como Dios y Señor de la vida, lo levantó del sepulcro; y hoy extiende su compasión
a todos los hombres, y por medio de sus sacramentos los rescata para una vida
nueva.
+ Además, la fe en la vida después de la muerte era por aquel entonces aún
precaria... Se está muy lejos de la certeza del encuentro inmediato con Dios para el
juicio, y más aún de la Resurrección gloriosa del último día (cosas estas que
precisamente Jesucristo revela en todo su esplendor). Por lo tanto, la muerte de
alguien era más “desgraciada”.
+ La vida que Jesús devuelve a Lázaro es un signo de la Resurrección que
Él viene a darnos, y que el día de la Pascua se hace realidad en Él mismo, hombre
como nosotros, y que ya es real también en La Virgen (Cristo no promete:
CUMPLE!!)... Más aún: esa vida nueva ya ha comenzado para nosotros, ya es
realidad: por nuestro Bautismo, por la gracia de Dios en nosotros, por la
Eucaristía...
La fe en Cristo, que es la Resurrección y la Vida, nos une a Él con tal fuerza,
que ni la muerte física puede destruir esa amistad (Cristo Resucitó a Lázaro... y nos
Re sucitará a nosotros, que también somos sus amigos).
+ Así de fuerte tiene que ser nuestra unión con Cristo: Juan la compara con
la unión de una planta y sus ramas... Y Jesús mismo quiso esta unidad: como
Cristo es uno sólo con el Padre, así se hace uno con Él el que cree en Él.
Así, el que está unido a Cristo ya recibe de Él la Vida Eterna.
La muerte será un momento amargo... pero sólo un paso para la
Resurrección gloriosa. Lo de Lázaro en el Evangelio de hoy es un signo, una
profecía de Jesús Resucitado (la RESURRECCIÓN no es “revivir”, no “durar”, no
“sobrevivir”, no ”respirar”, o volver simplemente a la vida que teníamos antes de la
muerte, como ocurre a Lázaro [Cristo lo “revive”; pero el primer Resucitado será Él
mismo]).
+ Esa es la vida que se nos anuncia y ya se nos anticipa (los cristianos
nunca nos situamos frente a la resurrección como quienes se “escapan a la vida del
más allá...” para “borrarse” del más acá...) la vida de plenitud, la que todos
ansiamos: en la medida en que estamos unidos a Cristo, esa vida YA HA
COMENZADO ... O como lo dice el mismo Señor: “Yo Soy la resurrección y la
vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y
cree en mí, no morirá para siempre”.
+ Pero también la muerte despliega su fuerza entre nosotros, ya antes de
que vayamos al sepulcro: el odio, la enemistad, el rencor, la deshonestidad,
la mentira, la injusticia, la ambición, los negociados, la explotación, la
opresión, y en general todos los vicios y sus consecuencias nos gastan la
vida, disminuyen nuestra existencia, y nos hacen estar casi muertos antes
de que llegue la muerte... Nuestra bendita Argentina, tan llena de vida en su
naturaleza, en sus paisajes, en sus riquezas naturales, está sin embargo fatalmente
herida de muerte no por castigo de Dios, sino como consecuencia de estos
dinamismos de muerte que hemos desatado quienes la habitamos...
Como los seres vivos respiran, fácilmente podemos llegar a confundir
“vivir” con “ respirar ”... Y la diferencia es abismal!!!... Muchos “muertos”
están más vivos que algunos de los tantos que “respiran”, pero no tienen
“Vida” en su interior : la Vida que proviene de la Amistad con Dios, la Vida de la
Gracia, la Vida gloriosa de los que se encuentran para siempre junto al Padre...
+ Pongámonos en feliz esperanza hacia la Pascua, con el propósito de que
Cristo sea verdaderamente nuestra Vida... que en Él busquemos las fuentes de
aguas que brotan hasta la Vida Eterna... en Él, que ha venido “para que
tengamos vida, y la tengamos en abundancia...”
Amén