Martes 10 de Junio de 2014. Martes 10ª semana de tiempo ordinario
Santoral: Críspulo, Mauricio, Margarita
1 Reyes 17, 7-16 La orza de harina no se vació, como lo había dicho el Señor por
medio de Elías
Salmo responsorial: 4 Haz brillar sobre nosotros, Señor, la luz de tu rostro.
Mateo 5, 13-16 Vosotros sois la luz del mundo
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal
se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la
gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de
un monte. Tampoco se enciende una vela para meterla debajo de un celemín, sino para
ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los
hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el
cielo.
Pensemos…
Hoy, Jesús, nos da dos bellas comparaciones. La Sal de la tierra, la Luz del mundo.
Perro mucho cuidado con la sal desabrida y la luz que se oculta. Porque somos muchos los
que nos dormimos porque perdimos la luz y se hizo agua nuestro sabor.
Entonces…
Ayer veíamos las ocho bienaventuranzas dentro del Sermón del Monte. Hoy la
invitación a ser luz y sal del mundo. Es una sal que existe es para dar sabor. La luz no existe
para sí, sino para iluminar el camino. Es como decir que la comunidad no existe para sí, sino
para servir al pueblo.
En la época en que Mateo escribió su evangelio, esta misión estaba siendo difícil para las
comunidades de los judíos convertidos. A pesar de vivir en la observancia fiel de la ley de
Moisés, estaban siendo expulsadas de la sinagogas, cortadas de su pasado judío. De cara a
esto, entre los paganos convertidos algunos decían: “Con la venida de Jesús, la ley de
Moisés está superada”. Todo esto causaba tensiones e incertezas. La apertura de unos
parecía criticar la observancia de otros, y viceversa. Este conflicto generó una crisis que
llevó a cada cual a encerrarse en su propia posición. Algunos querían avanzar, otros querían
poner la lámpara bajo la mesa. Muchos se preguntaban: "Al final, ¿cuál es nuestra misión?"
Recordando y actualizando las palabras de Jesús, el Evangelio de Mateo trata de ayudarlos:
• Mateo 5,13-16: Sal de la tierra. Usando imágenes de la vida cotidiana, con palabras
sencillas y directas, Jesús hace saber cuál es la misión y la razón de ser de una comunidad
cristiana: ser sal. En aquel tiempo, con el calor que hacía, la gente y los animales
necesitaban consumir mucha sal. La gente iba consumiendo la sal que el abastecedor
dejaba en grandes bloques en la plaza pública. Al final lo que sobraba quedaba esparcido
como polvo en tierra, y había perdido el gusto. “Ya no sirve para nada más que para ser
tirada afuera y pisoteada por los hombres”. Jesús evoca esta costumbre para aclarar a los
discípulos y discípulas la misión que deben realizar.
• Mateo 5,14-16: Luz del mundo. La comparación es obvia. Nadie enciende una lámpara para
colocarla bajo un celemín. Una ciudad situada en cima de un monte no consigue quedar
escondida. La comunidad debe ser luz, debe iluminar. No debe temer que aparezca el bien
que hace. No lo hace para que la vean, pero lo que hace es posible que se vea. La sal no
existe para sí. La luz no existe para sí. Y así ha de ser la comunidad: no puede quedarse
encerrada en sí misma. “Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean
vuestras obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos."
• Mateo 5,17-19: Ni una coma de la ley caerá. Entre los judíos convertidos había dos
tendencias. Unos pensaban que no era necesario observar las leyes del AT, porque es por la
fe en Jesús que somos salvados y no por la observancia de la Ley (Rom 3,21-26). Otros
pensaban que ellos, siendo judíos, debían continuar a observar las leyes del AT (Hec 15,1-2).
En cada una de las dos tendencias había grupos más radicales. Ante este conflicto, Mateo
procura llegar a un equilibrio entre los dos extremos. La comunidad debe ser el espacio
donde este equilibrio puede ser alcanzado y vivido. La respuesta dada por Jesús a los que
le criticaban seguía siendo bien actual: “¡No he venido a abolir la Ley, sino a darle
cumplimiento!”. Las comunidades no pueden ir contra la Ley, ni pueden encerrarse en la
observancia de la ley. Al igual que Jesús, deben dar un paso y mostrar, en la práctica, que el
objetivo que la ley quiere alcanzar en la vida es la práctica perfecta del amor.
• Las diversas tendencias en las primeras comunidades cristianas. El plan de salvación
tiene tres etapas unidas entre sí por la tierra de la vida: a) El Antiguo Testamento: la
caminada del pueblo hebreo, orientada por la ley de Dios. b) La vida de Jesús de Nazaret:
renueva la ley de Dios desde su experiencia de Dios como Padre/Madre. c) La vida de las
Comunidades: a través del Espíritu de Jesús, tratan de vivir la vida como Jesús la vivió. La
unidad de estas tres etapas engendra la certeza de fe de que Dios está en medio de
nosotros. Los intentos de quebrar o enflaquecer la unidad de este plan de salvación
engendraban varios grupos y tendencias en las comunidades:
i) Los fariseos no reconocían a Jesús como Mesías y aceptaban sólo el AT. Dentro de las
comunidades había gente simpatizante con la línea de los fariseos (Hec 15,5).
ii) Algunos judíos convertidos aceptaban a Jesús como Mesías, pero no aceptaban la
libertad del Espíritu con que las comunidades vivían la presencia de Jesús resucitado. (Hec
15,1).
iii) Otros, tanto judíos como paganos convertidos, pensaban que con Jesús había llegado el
fin del AT. De aquí en adelante, sólo Jesús y la vida en el Espíritu.
iv) Había también cristianos que vivían tan plenamente la vida en la libertad del Espíritu que
no miraban más la vida de Jesús de Nazaret ni el Antiguo Testamento (1Cor 12,3).
v) Ahora bien, la gran preocupación del Evangelio de Mateo es mostrar que el AT, Jesús de
Nazaret y la vida en el Espíritu no pueden separarse. Los tres forman parte del mismo y
único proyecto de Dios y nos comunican la certeza central de la fe: el Dios de Abrahán y
Sara está presente en medio de las comunidades por la fe en Jesús de Nazaret.
Padre Marcelo
@padrerivas