XI Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Sabado
Lecturas bíblicas
a.- 2Crón. 24,17-25: Zacarías, a quien matasteis entre el templo y el altar.
b.- Mt. 6, 24-34: Verdadero servicio a Dios.
En este pasaje del evangelio hay dos temas fundamentales: no angustiarse y
confiar en la Providencia divina (vv.25.31-34) Comienza contraponiendo el servicio
a Dios y el servicio que podemos prestar al dinero. Nadie puede servir a dos
señores, a Dios y al dinero (v. 24). La solución a esta realidad, la plantea el propio
Jesús: abandonarse a la Providencia divina del Padre. Si Dios se preocupa de
mantener la belleza de la naturaleza creada, cuánto más el cuidado del hombre. Es
Dios quien busca el corazón del hombre, a todo el hombre, en exclusiva. La
insistencia de Jesús va dirigida al pobre como al rico, a uno porque le sobra al otro
porque le falta, a lo mejor, hasta lo básico. El otro señor es el dinero, que en el
corazón del hombre se convierte en un ídolo, que exige adoración, cuando esto
sucede, se olvida al verdadero Señor, faltando al primer mandamiento: Amar a Dios
sobre todas las cosas. Por más de cuatro veces Jesús pide que no nos
preocupemos del mañana, porque puede impedir la búsqueda de Dios (cfr. Lc. 10,
41; Mc. 4, 19). El cristiano que ha hecho una opción por Cristo Jesús, establece una
escala de valores donde lo fundamental es Dios y su Reino, sin excluir todo lo
demás. El Señor sabe que hay que vivir, comer, estudiar, formar familia, trabajar,
etc. todo eso es verdad, pero contando con la Providencia amorosa de Dios Padre.
La postura del cristiano frente al dinero, le otorga relativa seguridad para vivir con
dignidad, pero siempre que no sea un obstáculo para su fe y confianza en Dios. Si
coloca toda su seguridad en el poder del dinero, entonces caemos en el juego de
buscar seguridad para todo, es avocarse al tener y poseer en forma obsesiva. La fe,
por el contrario, es actitud de peregrino, de riegos, no nos libra de avatares e
infortunios, pero si son asumidas como pruebas, el hombre termina aquilatando ese
creer hasta convertirlo en una fe ilustradísima. La fe y confianza es en Aquel, que
nos ama como hijos, que conoce nuestras necesidades, pero que nos pide orar para
tener el pan de cada día, sin olvidar lo verdaderamente importante, su Reino y su
justicia. El cristiano se preocupará de construir el Reino de Dios, precisamente en
las estructuras de lo humano y temporal procurando que los bienes de este mundo,
estén al servicio de toda la humanidad. Se preocupará de no salirse del Reino de
Dios o señorío de Dios, no perderle como Señor y olvidar servirle. Petición central
del Padre nuestro y corazón de las Bienaventuranzas. No salirse de su justicia y de
la salvación introduce al hombre en la vida eterna, fruto del trabajo hecho con toda
perfección y del esfuerzo humano vivido desde la fe.
Santa Teresa enseña: “Quien de verdad comienza a servir al Señor, lo menos que
le puede ofrecer es la vida…¿Y qué sabemos si seremos de tan corta vida, que
desde… que nos determinemos a servir del todo a Dios se acabe?” (Camino 12,2).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD