Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 11, Martes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Has hecho pecar a Israel * Misericordia, Señor: hemos
pecado. * Amad a vuestros enemigos
Textos para este día:
1 Reyes 21, 17-29:
Después de la muerte de Nabot, el Señor dirigió la palabra a Elías, el tesbita:
"Anda, baja al encuentro de Ajab, rey de Israel, que vive en Samaria. Mira, está en
la viña de Nabot, adonde ha bajado para tomar posesión. Dile: Así dice el Señor:
¿Has asesinado, y encima robas?, Por eso, así dice el Señor: "En el mismo sitio
donde los perros han lamido la sangre de Nabot, a ti también los perros te lamerán
la sangre."
Ajab dijo a Elías: "¿Conque me has sorprendido, enemigo mío?"
Y Elías repuso: "¡Te he sorprendido! Por haberte vendido, haciendo lo que el Señor
reprueba, aquí estoy para castigarte; te dejaré sin descendencia, te exterminaré
todo israelita varón, esclavo o libre. Haré con tu casa como con la de Jeroboán, hijo
de Nabal, y la de Basá, hijo de Ajías, porque me has irritado y has hecho pecar a
Israel. También ha hablado el Señor contra Jezabel: "Los perros la devorarán en el
campo de Yezrael. "A los de Ajab que mueran en poblado los devorarán los perros,
y a los que mueran en descampado los devorarán las aves del cielo."
Y es que no hubo otro que se vendiera como Ajab para hacer lo que el Señor
reprueba, empujado por su mujer Jezabel. Procedió de manera abominable,
siguiendo a los ídolos, igual que hacían los amorreos, a quienes el Señor había
expulsado ante los israelitas.
En cuanto Ajab oyó aquellas palabras, se rasgó las vestiduras, se vistió un sayal y
ayunó; se acostaba con el sayal puesto y andaba taciturno.
El Señor dirigió la palabra a Elías, el tesbita: "¿Has visto cómo se ha humillado Ajab
ante mí? Por haberse humillado ante mí, no lo castigaré mientras viva; castigaré a
su familia en tiempo de su hijo."
Salmo 50:
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, / por tu inmensa compasión borra mi culpa;
/ lava del todo mi delito, / limpia mi pecado. R.
Pues yo reconozco mi culpa, / tengo siempre presente mi pecado: / contra ti,
contra ti solo pequé, / cometí la maldad que aborreces. R.
Aparta de mi pecado tu vista, / borra en mí toda culpa. / Líbrame de la sangre, oh
Dios, / Dios, Salvador mío, / y cantará mi lengua tu justicia. R.
Mateo 5, 43-48:
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Habéis oído que se dijo: Amarás a tu
prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros
enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y
calumnian. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su
sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a
los os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y
si saludáis sólo a vuestro hermano, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo
mismo también los paganos? Por tanto, sed perfectos como vuestro Padre celestial
es perfecto"
Homilía
Temas de las lecturas: Has hecho pecar a Israel * Misericordia, Señor: hemos
pecado. * Amad a vuestros enemigos
1. Dios Ve la Culpa y Ve el Arrepentimiento
1.1 Hay ocasiones en que queremos un Dios que no vea nuestras faltas, como
cuando Adán trataba de esconderse de Dios en el paraíso. Otras veces queremos
que no deje de ver las faltas, porque son la de otras personas. Ayer escuchábamos
del horrendo crimen de Ajab, que se apoderó vil y cobardemente de la viña del
inocente Nabot, y ante esa injusticia queremos un Dios que vea y que intervenga.
Pero, ¿quién nos entiende? ¿No es verdad que sentimos algo de disgusto cuando
Dios luego resulta tan capaz de ver que ve también el arrepentimiento de Ajab y
promete no castigarlo por lo menos en vida?
1.2 La enseñanza, pues, de la primera lectura es sencilla, aunque a veces
desconcierte nuestras expectativas: Dios ve, Dios conoce. Ve la culpa y ve el
arrepentimiento. Sabe de nuestras fallas pero también de lo fácil que es que
fallemos; conoce nuestras culpas y nuestra fragilidad. Ve las intenciones torcidas
que tratamos de esconderle pero también ese fondo de bondad que persiste en
nosotros incluso cuando ya ni creemos que pueda existir.
1.3 Elías fue la voz de Dios para Ajab. Su ministerio fue verdaderamente el de un
profeta. Si recordamos la historia de Elías, sabemos cuánto odio y cuánta injusticia
acumuló el rey Ajab cuando Elías, fundamentalmente porque Elías le denunciaba su
idolatría y haber torcido la fe del pueblo. Y sin embargo, Elías va más allá de su
miedo en plantarse frente a Ajab para denunciarle su crimen; y luego el mismo
Elías va más allá de sus propios malos recuerdos y es capaz de tener palabras de
indulgencia y comprensión con quien lo ha maltratado tanto. Así son los profetas.
Los verdaderos profetas.
2. Un Evangelio Difícil
2.1 A veces se presenta el Evangelio del amor en agudo contraste con el Dios de la
justicia, que sería el del Antiguo Testamento. Es una simplificación demasiado
grande. A ella se suele añadir esta idea: la ley de Moisés, resumida finalmente en
los Mandamientos, termina acusándonos porque exige demasiado en su
meticulosidad; por el contrario, la ley nueva, la del Evangelio, no pide "detalles"
sino sólo "actitudes generales." En un cierto momento esta línea de pensamiento,
que ha servido de base a bastante de la teología moral reciente, llega a la
conclusión de que es casi imposible que alguien se condene, porque, en primer
lugar, Dios es amorosísimo, y en segundo lugar, es difícil que alguien falle en tener
algo de bueno. Al fin y al cabo, "en el fondo" todos somos buenos.
2.2 Esta postura tiene algo muy valioso, que es subrayar, la primacía del amor. Se
equivoca, sin embargo, en la vaguedad con que presenta el hecho de amar, y
también se equivoca al pensar o hacernos pensar que el amor es siempre una
experiencia deliciosa, como si amar fuera siempre un poco estar enamorado.
2.3 El evangelio de hoy nos baja de esa nube. He aquí a Cristo pidiendo que
amemos a los enemigos. Para quien haya tenido un enemigo de verdad, de esos
que se gozan si tú caes y se entristecen si las cosas te salen bien, las palabras de
Cristo son casi un imposible. ¿Habrá alguien para quien sea deleitable amar a quien
muestra semejantes actitudes, no generales, sino muy particulares? Y por cierto,
¿no es eso más exigente que toda la ley de Moisés junta?
2.4 Y sin embargo, Cristo lo mandó y, que se sepa, nunca se desdijo. De lo cual
aprendemos que amar es otra cosa, es algo que envuelve experiencias muy dulces
pero que no se reduce a la dulzura. Pasa por el misterio de la Cruz y trasciende las
fronteras de nuestros límites naturales, si queremos usar esa expresión. Quiero
decir: hay un momento en que amar no es espontáneo, no es "natural." Tampoco
es "antinatural;" sencillamente es "sobrenatural": es algo que supera nuestra
naturaleza, elevándola como sólo Dios sabe y puede hacerlo a través del don de su
Espíritu.