Fiesta de los Apóstoles Pedro y Pablo
Dos campeones goleadores en el equipo de Cristo, los Apóstoles Pedro y
Pablo.
Aún recordamos que cuando en el presente campeonato mundial de fut estaba
en sus inicios hubo un encuentro entre Brasil del país anfitrión y México mi
patria. Es de todos conocido que ante el empate, entre nosotros hubo verdadera
fiesta, en las plazas, en los bares, en las calles, en los hogares. Quiero entender
lo que pasa, pero me resisto a creer que habría que festejar cada vez que las
fuerzas entre dos adversarios se han mantenido equilibradas. Si así hubieran
pensado Pedro y Pablo, la Iglesia nunca se hubiera desarrollado y aún estaría en
pañales. Si Pedro hubiera sido un pusilánime, no habría logrado convertir a cinco
mil personas en su primera aparición y en su primera intervención pública
después de la resurrección de Cristo Jesús.
Si Pablo se hubiera contentado con un empate, no habría ido más allá de su
propia tierra, en busca de gentes que convertir a la fe en Cristo, con el mismo
fuego con que lo hacía antes, cuando perseguía a los cristianos.
Si Pedro hubiera sido corto en su entrega, cuando un paralítico le pidió una
limosna en la entrada del templo de Jerusalén, se habría encogido de vergüenza,
porque no traía una sola moneda en el bolsillo, pero en cambio, le dijo al
paralítico: “no tengo oro ni plata pero te doy lo que yo tengo: en el nombre de
Jesucristo, levántate y anda”.
Si Pablo hubiera sido un conformista, cuando se dirigía ufano a perseguir a los
cristianos en Damasco, cuando se encontró abruptamente con Cristo en el
camino, tumbado de su montura, dándose cuenta que había luchado inútilmente
contra alguien que estaba vivo mientras él pensaba que estaba muerto y que era
un enemigo de su pueblo, se hubiera quedado para siempre tirado y ciego en
medio del camino.
Esos solos ejemplos para llegar a decir que hoy celebramos la fiesta de los
Apóstoles Pedro y Pablo que en el equipo fundado por Cristo para dar a conocer
a todos los hombres la salvación en Cristo Jesús y para anunciar la llegada del
Reino de Dios entre los hombres, supieron mostrarse como intrépidos y
aguerridos defensores de la presencia de Cristo en el mundo, hasta dar la vida
por la camiseta y su cruz. Y vaya goles que le metieron al mal y al demonio,
que aún siguen luchando e impulsando a todos los que formamos el equipo de
Cristo, la Iglesia, a luchar en favor de la paz y la convivencia armónica entre
todos los hombres. Ellos han sido dos factores importantísimos, vitales en la
Iglesia, Pedro como guía, como constructor, como Pastor del pueblo de Dios y
Pablo, el intelectual, el que con sus escritos va abriendo caminos de paz y de
salvación entre todos los hombres. Y la figura de Pedro y Pablo se ve
engrandecida porque ellos siguen jugando en la Iglesia, impulsando al nuevo
Pedro, en la figura del Papa que se muestra tan intrépido como Pedro y tan
aguerrido como Pablo en la conducción de este pueblo santo de Dios. Y como el
pueblo cristiano en Jerusalén oraba intensamente mientras Pedro estaba preso y
encadenado por la maldad de los hombres, también hoy nos podremos
manifestar como defensores de la vida y del amor orando por el Papa y para
que todos los cristianos tengamos la valentía, la sencillez y la alegría que le han
ganado muchos adeptos al equipo de Cristo. Por cierto que ante éste, no caben
más que dos respuestas a su pregunta, ¿quién dicen las gentes que soy yo? La
primera respuesta sería meramente histórica, humana, un grande hombre, un
gran jugador, el mejor golista o el mejor entrenador o el mejor director, pero la
segunda respuesta sería como la de Pedro, la de la Fe, la del Amor y la
Esperanza, que nos augura que aceptando a Cristo aceptamos entrar, ya lo
hemos hecho desde nuestro bautismo, al equipo ganador, al que le ha prometido
su asistencia, y al que le ha asegurado que nunca será vencido. Que podamos
mostrarnos, pues, sin miedos, sin temores, como miembros del equipo de Cristo,
la Iglesia, y no contentarnos con un honroso empate, sino con una fogosidad
diaria que nos asegure vivir siempre entre los que ya han triunfado, en la mejor
copa del mundo, porque habrán participado y ganado el lugar cerca de nuestro
buen Padre Dios.
El Padre Alberto Ramírez Mozqueda espera sus comentarios en
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