XII Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Viernes
Lecturas bíblicas
a.- Gn. 17, 1. 9-10.15-22: La circuncisión de los varones señal de la
alianza.
b.- Mt. 8, 1-4: Si quieres, puedes limpiarme. Curación de un leproso.
Una vez que el evangelista nos ha presentado a Jesús como Doctor y nuevo
Legislador en el Sermón de la montaña, el nuevo Moisés (cc. 5-7), lo presenta
ahora como Médico celestial, sanador, con una serie de Diez milagros, que
concluyen con un discurso doctrinal sobre el Reino de Dios (c. 8). El primer
beneficiado es un leproso, que se acerca a Jesús y le dice: “Se￱or, si quieres
puedes limpiarme. El extendió la mano, le tocó y dijo: Quiero, queda limpio. Y al
instante qued￳ limpio de su lepra.” (vv. 2-3; cfr. Mc. 1,40ss; Lc. 5, 12ss). En
tiempos de Cristo, los leprosos eran prácticamente muertos en vida, apartados de
la ciudad, de la familia y del culto público en el templo de Jerusalén. Llevaban el
pecado en su piel, según la enseñanza de los rabinos. Por ello eran considerados
impuros para el culto, hacían tocar unas campanillas a su paso, para que la gente
se apartara, para no ser contaminados; cuanto tocaban quedaba impuro (cfr.
Lv.13-14). Hay que destacar la fe del leproso, que reconoce en Jesús de Nazaret,
al Mesías, puesto que lo llama, Señor, nombre que denota dominio. El mismo que
acaba de habar y enseñar como Legislador soberano es llamado a actuar como tal.
En su oraci￳n está el deseo de sanar: confía en ÉL ilimitadamente. “Se￱or, si
quieres puedes limpiarme” (v.2). Es la fe, de quien desea una curación, la que
despierta en Cristo la energía divina extraordinaria, que reside en las palabras y
gestos, de Jesús de Nazaret. El leproso cree en la virtud de Jesús, para vencer la
enfermedad. Todo depende ahora de la voluntad de Jesús, el enfermo se entrega a
la libertad de Jesús, de Dios (cfr. Mt. 7,7-11). Jesús responde con un solemne:
“Quiero queda limpio. E inmediatamente qued￳ limpio de su lepra” (v.3). Jesús dice
dos cosas. ÉL realmente puede hacer lo que se cree está en su poder, y además
quiere hacerlo. Es su voluntad clemente y misericordiosa, no una manifestación de
grandeza, que se manifiesta sobre el enfermo. Jesús no le preocupa quedar impuro
por tocar al leproso, gesto prohibido por la ley mosaica; su gesto de extender su
mano es el ademán del vencedor. Su acción devuelve al enfermo a su familia, al
templo, vuelve a la vida; Jesús lo rescata de la muerte. Le manda al beneficiado, no
hablar a nadie del milagro, sin embargo con espíritu de fe haga lo ordenado por la
ley de Moisés: presentarse al sacerdote y hacer la ofrenda. El mismo que
aparentemente infringió la ley, manda cumplir con ella; el sacerdote debía
confirmar la sanación y agradecer a Dios el don de la vida nueva y la curación que
viene de ÉL. La sanación sirve como testimonio que no se ha infringido la ley; Jesús
no se busca a sí mismo, hace el bien y es agradecido con Dios. Se da una relación
con cuanto se ha dicho en el sermón de la montaña acerca del cumplimiento de la
ley y los profetas, la que no debe ser abolida. Jesús la cumple en forma radical,
aunque ya no es necesaria por haber desaparecido la enfermedad, cuando Dios le
devolvió la vida. El reino de Dios ha llegado, es el acontecimiento que mira al
futuro, donde la vida se comunica a todos sin necesidad de la ley mosaica. Cumplía
Jesús lo anunciado, en la sinagoga de Nazaret, signos de la presencia y eficacia del
Reino de Dios en medio de los hombres (cfr.Lc.4,16-22). Hoy la Iglesia, acompaña
a la evangelización, el alivio del dolor humano en todas sus manifestaciones,
haciendo presente a Jesucristo, en medio de nuestra sociedad y los más
necesitados en todo el mundo.
La Madre Teresa de Jesús, quita el miedo a sus hijas acerca del tema de iniciar el
camino de la oración por ella propuesto. Muchos temían que mujeres se metieran
por esos caminos desconocidos para mujeres. Entre los consejos que les da es
tener alma limpia para vivir en comunión con quien inició este camino: Jesús de
Nazaret. “Mirad que no son tiempos de creer a todos, sino a los que viereis van
conforme a la vida de Cristo. Procurad tener limpia conciencia y humildad,
menosprecio de todas las cosas del mundo y creer firmemente lo que tiene la
Madre Santa Iglesia, y a buen seguro que vais buen camino.” (Camino 21,10).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD