XIII Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Viernes
Lecturas bíblicas
a.- Gn. 23, 1-4. 19; 24,1-8. 62-67: Isaac amó a Rebeca.
b.- Mt. 9, 9-13: Vocación de Mateo. Comida con pecadores.
Este evangelio narra la vocación de Mateo (v.9), y el banquete al que asiste Jesús
en su casa (vv.10-13). El Señor Jesús, llama a Mateo, a ser su discípulo, también
llamado Leví (cfr. Mc. 2,14; Lc. 5, 27), publicano de profesión, es decir,
recaudador de impuestos para Roma. Estos servidores públicos, eran famosos por
sus robos, pues de ahí se hacían su sueldo, por lo mismo, eran evitados social y
religiosamente, hombres impuros, según el pensar y el sentir de los maestros
judíos, sospechosas de no observar las numerosas leyes relativas a los alimentos
con lo que se originaba problemas de comensalía (cfr.Mc.7,3-4.14-23;Hch.10,15;
15,20; Ga.2,12; 1Cor.8-9; Rm.14). Sin embargo, Jesús lo escoge para apóstol, y la
respuesta de Mateo no se deja esperar, lo sigue inmediatamente (v.9). Lo invita a
comer a su casa con sus discípulos y llegaron otros publicanos y pecadores. Los
fariseos que observan la escena, preguntan a los discípulos, por la actitud de Jesús
de compartir la mesa con pecadores públicos. Jesús que escucha la pregunta
contesta: “No tienen necesidad de médico los sanos sino los enfermos” (v.12).
Ahora se entiende el comportamiento de Jesús, de escoger lo bajo del mundo, lo
que no cuenta para confundir a lo que cuenta. Quiere llamar a los enfermos y
necesitados, a los pecadores y marginados de la sociedad civil y religiosa. Es desde
esta realidad donde adquiere todo su sentido el misterio de la Encarnación en
medio de los hombres, razón de su misterio pascual de muerte y resurrección.
Jesús está de parte de los pecadores, para escándalo de los justos y puros, para
mostrar la misericordia del Padre para con ellos. Hay que reconocer que fueron los
pecadores y excluidos los que acogieron mejor la salvación de Dios manifestada en
Cristo Jesús. Los justos y entendidos se autoexcluyeron. La misericordia divina
busca al pecador para redimirlo y Mateo es el mejor ejemplo, de pecador público
pasa a experimentar el perdón de Dios, renovar su dignidad de persona e hijo de
Dios, con sólo escuchar y obrar luego de ese “sígueme” que le dirigió el maestro de
Nazaret. Tenía todas las de perder, pero Jesús el corazón del hombre y su llamada
al amor divino lo redime y convierte a la piedad y misericordia. Las palabras de
Jesús: “Id, pues a aprender que significa: Misericordia quiero y no sacrificio” (v.13;
Os. 6,6), no vienen a significar una religión sin culto a Dios, al contrario, una
religión que va a lo esencial y no se queda en el rito, ajena a la vida de quien la
profesa. No sería verdadera la religión que olvida al hombre, concretamente al
prójimo. No es auto excluyente culto y sacrificio, con amor y misericordia para con
el prójimo. La proyección del culto debe redundar en amor por la vida y la
fraternidad, en una comunidad que celebra su fe en Dios. Se trata que culto y vida
vayan de la mano, profesión de fe y amor a Dios se conjuguen con amor al prójimo
y justicia, amor y verdad, paz y derechos del ser humano (cfr. Am.5, 21). ¿Cuál
sería la razón o motivación para creer? La fe y entrega total, como respuesta a un
amor manifestado por Dios Padre en Cristo Jesús que nos ha precedido siempre.
S. Teresa de Jesús, ora la Palabra y el resultado son estas exclamaciones de un
alma enamorada y confiada. “¡Oh, qué recia cosa os pido, verdadero Dios mío; que
queráis a quien no os quiere, que abráis a quien no os llama, que deis salud a quien
gusta de estar enfermo y anda procurando la enfermedad! Vos decís, Señor mío,
que venís a buscar a los pecadores (Mt. 9, 13); éstos, Señor, son los verdaderos
pecadores; no miréis nuestra ceguedad, mi Dios, sino a la mucha sangre que
derramó vuestro Hijo por nosotros; resplandezca vuestra misericordia en tan
crecida maldad; mirad, Señor, que somos hechura vuestra; válganos vuestra
bondad y misericordia” (Exclamaciones 8,3).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD