Solemnidad. San Pedro y San Pablo, apóstoles (29 de Junio)
Mario Yépez, C.M.
Ejemplos de la autoridad entendida como servicio
Lucas recoge esta tradición en torno a Pedro y su liberación milagrosa de la cárcel
en medio de la fiesta de Pascua por obra de Herodes. La evangelización empieza a
encontrar férrea oposición y la muerte de Santiago no satisface el ansia de Herodes
y de las autoridades religiosas que veían con malos ojos al movimiento cristiano por
lo que deciden encerrar a Pedro. Pero hay un elemento a destacar en este relato
que narra muy secuencialmente los pasos de la liberación por parte del ángel del
Se￱or enviado para esta tarea y es el rol de la comunidad (iglesia): “una oraci￳n
intensa se estaba dando a Dios por él”. Pedro no se encuentra solo en la cárcel,
Dios lo acompaña pero también la comunidad. Lo que no parece verdad para Pedro
se confirma como un hecho prodigioso y termina aceptando la grandeza de Dios
que escucha la oración de sus hijos, con lo que Pedro regresará a la casa donde
está reunida la comunidad a testimoniar lo sucedido.
Aunque se conoce que estas cartas pastorales (cartas a Timoteo y a Tito) fueron
escritas por un discípulo de Pablo en un tiempo posterior donde las comunidades
empiezan a organizarse en función de los nuevos líderes, se recogen en ambas
cartas a Timoteo diversas tradiciones en torno a la figura de Pablo y su
representatividad en muchas de las comunidades de Asia Menor y Grecia. Se
percibe un Pablo agradecido por lo vivido y confiado en haber realizado la misión
encomendada por la voluntad de quien lo llamó para ser el apóstol de los gentiles.
Siente confianza ante el Juez que se manifestará al final de los tiempos, pero que
desde su perspectiva personal, siente que está más cerca para ese encuentro
definitivo. Así, la tarea realizada no fue mérito suyo sino fuerza de Dios que lo
auxilió de sobremanera con lo cual se ha puesto una vez más en las manos del
Señor, quien lo librará de todo mal, viviendo en plenitud su salvación.
La confesión de Cesarea de Filipo, que Marcos define como el centro de su
evangelio debido a su preocupación por reconocer la identidad de Jesús que los
apóstoles no logran comprender, es releída y complementada en Mateo por su clara
influencia de la tradición petrina en la comunidad a la que se dirige. Esto hace que
tal confesión adquiera un tono mucho más elogiable para Pedro y los apóstoles cosa
que no era la preocupación de Marcos. De esta manera, la confesión de fe de Pedro
es la confesión de la Iglesia en él, y no parte de una iniciativa humana sino de la
propia iniciativa del Padre que ha revelado su plan de salvación en Cristo su Hijo,
por lo cual Pedro es “bienaventurado”. El cambio de nombre es un peculiar recurso
literario del AT cuando alguien asumía una misión encomendada por el mismo Dios
y esto ocurre formalmente en la narraci￳n mateana. Sim￳n es ahora “Pedro” y
recurre a la imagen de la construcción para dar a entender cuál su rol en relación a
la comunidad (ekklesia; veces citado por Mateo en Mt 16,18; 18,17 – 2 veces):
autoridad. Esto se retrata con metáforas del contexto judío (llaves; atar y desatar)
que expresan la autoridad ejercida no en nombre propio sino por mandato divino
entre los hombres.
Sin duda, la mano de Dios guía a la comunidad cristiana por el destino de su
salvación. Pedro y Pablo entendieron esto muy bien y por medio del discernimiento
fueron ejerciendo verdaderamente el servicio de la autoridad. Pues ejercer
autoridad significa apoyar al hermano, ayudarle a que crezca y se desarrolle,
confirmar la fe de su prójimo, entregar la vida por los demás. Y esto llevó a que
nunca se sintieran solos en sus diversos ministerios. La comunidad ora por sus
líderes y éstos viven solo pensando en qué es lo mejor para sus hermanos. Así la
confesión de palabra de Pedro y de Pablo solo confirma lo que con sus obras y con
su martirio lograron. Éste es el tipo de liderazgo que necesita nuestra Iglesia: tan
humanos, pero tan de Dios a la vez; ardorosos defensores de sus convicciones pero
dóciles para la conversión y el arrepentimiento; frágiles pecadores pero siempre
abiertos a la misericordia de Dios. Su humildad los hizo grandes, porque
reconocieron que solo Dios era lo más importante ¡Gracias San Pedro y San Pablo!
Desde el cielo sigan confirmando nuestra fe en Cristo.
Con permiso de somos.vicencianos.org