“INMADUREZ Y PODER”
Homilía monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
para el domingo XIV durante el año
(6 de julio 2014)
En el centro del texto del Evangelio de este domingo (Mt. 11,25-30), se nos presenta una
virtud que lamentablemente ha quedado en el olvido que es la “humildad” y sin la cual el
hombre está impedido a acceder a otras virtudes claves para crecer como persona y
sociedad. Es importante aclarar la hondura del texto bíblico donde Cristo, el Señor, realiza
una plegaria de acción de gracias por la misión de los setenta y dos discípulos y por la
inteligencia concedida a los pequeños. En realidad la situación de las palabras en Mateo,
ponen en contraste a los pequeños, los discípulos, con los sabios y prudentes, que eran
sobre todo los conocedores de la ley, los fariseos y los escribas. Su mensaje ha sido captado
por unos cuantos discípulos procedentes de ambientes como los pescadores o bien los
publicanos rechazados por los israelitas. Pero ello ha sido obra del Padre. El mensaje de
Jesús no puede captarse tanto por vía del entendimiento y sabiduría, sino que se da a
conocer por una “Revelaci￳n”.
En realidad la humildad nos permite acceder a la sabiduría de Dios, que se distancia de la
sabiduría humana cuando ésta se fundamenta en la soberbia. San Pablo nos dice: “Es
verdad que anunciamos una sabiduría entre aquellos que son personas espiritualmente
maduras, pero no la sabiduría de este mundo, condenados a la destrucción. Lo que
anunciamos es una sabiduría de Dios, misteriosa y secreta, que él preparó para nuestra
gloria...” (1 Cor. 2,6-7).
Lamentablemente este tema del ser peque￱os y el valor de “la humildad”, está casi en el
olvido y difícilmente se encuentra algo de esto en los contenidos educativos, es casi
inexistente en los mensajes comunicacionales, y en general es poco practicada por aquellos
que tienen distintas formas de poder. Por la ausencia de la virtud de la humildad muchas
responsabilidades y roles no llegan a ser un verdadero servicio.
En este tiempo me he cuestionado algunos temas especialmente al pensar la formación de
los futuros sacerdotes, tema en el que siempre he estado involucrado, sobre todo en la
necesidad de acentuar más la maduración humana y afectiva, como también la virtud de la
humildad, en relación a la conducción. Los sacerdotes por su rol de pastores de
comunidades necesariamente deben ejercer la tarea de conducir. Es cierto que
inmediatamente este tema formativo me lleva a pensar y a preguntar por nuestra dirigencia
social: ¿cuál es la madurez humana, afectiva, y el ejercicio de la virtud de la humildad de
aquellos que tienen diferentes tipos de conducción?
Lamentablemente debemos señalar, con dolor, que nuestros ambientes están cargados de
inmadurez humana y de desequilibrios afectivos. Cuando dichos desequilibrios invaden
nuestros juicios y decisiones, debemos tener en claro que la gente se transforma en nuestras
víctimas. El hombre o la mujer con estos rasgos de inmadurez y con poder, siempre
terminan en actitudes autoritarias. Es el caso de aquellos que rápidamente eliminan a
quienes no son afines, o que no piensan como ellos, más allá de las capacidades y dones
que tengan. Por estos des￳rdenes afectivos en general la práctica habitual es la del “ojo por
ojo” y “diente por diente”. Si uno pregunta cuál es su religión, responderán rápidamente
que son cristianos, pero el perdonar “setenta veces siete” y la reconciliaci￳n, brillan por su
ausencia. Desde ya que estos desequilibrios serán ámbitos propicios para que anide el peor
de los pecados que es la soberbia, exactamente opuesta a “la humildad”, que nos propone el
Señor en sus enseñanzas. La humildad es una virtud que todos los cristianos, sobre todo los
obispos, sacerdotes, políticos, empresarios, sindicalistas, comunicadores sociales…
deberemos tener en cuenta para ser verdaderamente servidores.
Finalmente quiero invitarlos a que el próximo 9 de julio recemos por nuestra Patria. En la
Catedral de Posadas celebraremos la Misa por nuestra Patrona de la Diócesis, nuestra
Madre de Itatí y el solemne Te Deum.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez