Pautas para la homilía
XV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
El resto cayó en tierra buena y dio grano
San Pablo nos habla de que a pesar de todos los sufrimientos que hay en la vida
presente por el hecho de ser hijo de Dios nos espera la gloria, nos llama a la
esperanza en este momento, por un lado aparecen palabras como frustración,
sufrimiento y esclavitud en la vida terrenal y por otro se nos invita a un futuro de
libertad.
Sentirnos lejos de Dios o negarnos a El, no nos libra del sufrimiento, pero sin
embargo los que sí creemos nos hace conocer, al menos, la esperanza de la
Salvación, sólo los que queremos creer podemos tener la esperanza de esa
salvación y una redención futura.
La lectura de Mateo nos habla como Jesús se sirve de las parábolas para explicar su
mensaje, a las personas que aun teniendo la verdad cerca, no son capaces de
entenderla y necesitan de las parábolas para poder ver a Dios a pesar de tener a
Jesús en carne y hueso para hablar de Dios. En aquel tiempo mucha gente era la
que tenía curiosidad por escuchar lo que Jesús les decía. Esta palabra nos habla de
algo tan humano como la capacidad de entender de cada uno, el mensaje, la
semilla, es la misma para cada uno de nosotros, pero estamos con disposición y
cualidades diferentes, incluso con los oídos cerrados unos y otros abiertos, de nada
sirve hablar más alto, si el que escucha no está dispuesto a oír. A todos nos han
enseñado que la comunicación es algo tan sencillo como emisor, receptor y
mensaje, pero también sabemos que muchas veces la comunicación o transmisión
del mensaje no se produce en la vida corriente, mucho más difícil será el proclamar
el Reino de Dios a todos nosotros.
En aquel tiempo, el hijo de Dios se hizo carne para transmitirnos el mensaje de su
Padre. Jesús era capaz de concentrar multitudes, era alguien que traía un mensaje
curioso, atractivo y sobre todo novedoso, eso nos sigue sonando ahora que
estamos en la época de las nuevas tecnologías y los mensajes viajan a gran
velocidad y muchas personas, pero cuantas de esas personas creían en las palabras
de Dios, por qué acudir a las parábolas en lugar de hablar de un mensaje claro y
directo. Tradicionalmente pensamos que utilizó esta forma de transmisión por la
falta de conocimientos o formación de la personas que le escuchaban, nada tiene
que ver con eso y puede ser que sea una forma de simplificarlo, cuando lo que se
explica es claro y sencillo no hace falta más vuelta, sin embardo el problema tanto
hoy como entonces, no estaba en la falta de cultura de los que escuchaban sino
más bien a sus y nuestros oídos duros.
Hoy también tenemos los oídos duros, talvez ahora tengamos más estudios, pero lo
que está claro es que la semilla sigue cayendo en barbecho y tierra estéril, nuestros
oídos están más pendientes de otros mensajes, quizás de resultados y promesas
más inmediatas ya que no es propio de la naturaleza humana, tener paciencia y
esperar, ya que al fin y al cabo el mensaje de Dios habla de la Salvación en la otra
vida!!!!!
Otro tema interesante es saber si cada uno de nosotros nos sentimos de esos
privilegiados a los que se nos ha concedido conocer los secretos del Reino como los
discípulos y por tanto no es necesario que nos hablen a parábolas o si por el
contrario somos de los que nuestro corazón está embotado y no dispuesto a oír la
Palabra de Dios.
Si aceptamos la Palabra con alegría perseverancia y la ponemos en práctica como
testigos de esa buena nueva conseguiremos ser luz para los demás. La buena
nueva no es sólo para nosotros sólo se hace fértil cuando nosotros somos testigos y
mensajeros de la esperanza.
Dª Lola Bueno López
Comunidades Juana de Aza (Madrid)
Con permiso de: dominicos.org