Lectio Divina: XV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Autor: P. Chuno Chávez Alva , C.M.
Sorprendidos por la Palabra
LA PALABRA HOY: Isaías 55,10-11; Salmo 64, 10-14; Romanos 8,18-23; Mateo
13, 1-23.
Ambientación: Maceta con tierra y unas semillas en un plato; biblia con un cirio.
Cantos sugeridos: Id y enseñad; Tu palabra me da vida
Ambientación
Jesús deposita toda su confianza en la llegada del Reino, seguro de que su Palabra
no era estéril y anima a sus discípulos a continuar sembrando. El Señor siembra su
semilla y, aunque quede enterrada, no se perderá ni se ahogará el mensaje que nos
transmite.
Oración inicial
En el principio existía la Palabra, oh Padre:
la misma que ha puesto en nosotros
su morada y su fuerza.
En el principio ha salido, como un sembrador
para iluminar nuestras sombras y nuestra muerte.
Jesús es tu Palabra, Padre de la vida,
pues Tú has querido que cayera en
nuestra tierra, y diera para los hombres
el fruto de la redención.
Haz que la acojamos siempre
con un corazón abierto y generoso.
Te lo pedimos nosotros,
el campo de tu heredad, la tierra que Tú
has destinado para dar frutos de vida eterna.
Padre, haz que hoy más que nunca
atendamos a tu llamado:
Escuchen, y entonces tendrán vida.
Amén.
I. Lectio: ¿Qué dice el texto? – Mateo 13,1-23
Motivación: Jesús habla a sus discípulos por medio de parábolas; la de hoy
pretende que entendamos que estamos llamados a ser tierra buena, constantes en
escuchar la Palabra y en hacerla fructificar para el bien de todos. Recibámosla como
tierra buena en la que pueda dar fruto abundante. Escuchemos.
Forma de leerlo:
1. Proclamar el texto en voz alta (todos de pie).
2. Cada uno puede leer en voz alta el versículo que más le llamó la atención
(sentados).
Preguntas para la lectura:
¿En qué situación cuenta Jesús esta parábola?
¿Cuál era el objetivo del sembrador?
¿En qué lugares cayeron las semillas lanzadas por el sembrador?
¿Cuál fue el resultado de la siembra en cada caso?
¿Por qué no le es permitido a todos conocer los misterios del reino de los cielos?
¿Por qué Jesús enseña con parábolas? ¿Por qué Dios ha bendecido a los
discípulos?
Otros textos bíblicos para confrontar: Mc 4, 1-9; Lc 8, 9-10; Mc 4, 10-12; Is
6, 9-10; Lc 8, 11-15 .
II. Meditatio: ¿Qué me dice? ¿Qué nos dice el Texto?
Motivación: Las parábolas de Jesús esperan la respuesta de aquellos que las
escuchan. Leamos, interpretemos y apliquemos a nuestra propia vida la parábola
del sembrador, que tiene mucho que decirnos aquí y ahora.
¿Percibes que Dios siembra en tu vida su Palabra? ¿Con cuál de los distintos
terrenos te identificas más? ¿Por qué?
Un grano dio cien, otro sesenta, otro treinta. ¿Qué dificultades encuentras a la
hora de dejar que la Palabra fructifique en tu vida?
Salió el sembrador a sembrar… ¿te has sentido alguna vez un “sembrador
frustrado”? ¿De qué manera nos anima esta parábola a continuar sembrando a
pesar de las dificultades?
¿Puedo ver, escuchar y entender que es Dios quien me habla por medio de su
palabra?
¿Es la palabra de Dios la semilla que crece en mi corazón día a día?
Luego de un tiempo de meditación personal, compartimos con sencillez nuestra
reflexión, lo que el texto ME dice a mi propia realidad y situación personal.
III. Oratio: ¿Qué le digo al Señor motivado por su Palabra?
Motivación: Es el momento de responder a la Palabra de Dios que hemos
escuchado y meditado. Lo hacemos en forma de oración de súplica, de alabanza, de
acción de gracias, según la “parábola del sembrador” haya resonado en cada uno
de nosotros.
Luego de un tiempo de oración personal, podemos compartir en voz alta nuestra
oración, siempre dirigiéndonos a Dios mediante la alabanza, la acción de gracias
o la súplica confiada. Después de cada oración personal, cada participante
puede sembrar una semilla en la maceta.
Se puede, también, recitar el salmo responsorial que corresponde a este
domingo (Salmo 64) .
IV. Contemplatio: ¿Qué me lleva a hacer el texto?
Motivación: San Vicente comenta con las Hijas de la Caridad esta parábola: Hay
almas que escuchan la palabra de Dios y la reciben, pero las aves del cielo, que son
las distracciones, se la llevan inmediatamente, como la semilla que cae en el
camino y que se pierde porque no ha tenido ocasión de germinar. Apenas
escuchada, se pierde, porque el primer pensamiento que se le ocurre al espíritu lo
aparta de ella. Otras reciben esa palabra en sus corazones y hablan de ella en
alguna ocasión, pero como la mortificación no había preparado antes sus
corazones, cae en una tierra dura y sin labrar. La semilla germina verdaderamente
y produce algunas matas, pero muere enseguida, sin producir ningún fruto. Otras
almas se parecen a la semilla que cae en medio de espinas. Es verdad que reciben
esa divina palabra, pero las preocupaciones, el ajetreo y la prisa de que están
llenas, sofocan la palabra que han recibido, pues como tienen un espíritu
demasiado ocupado, no saben alimentarse de este santo alimento.
Es verdad, mis queridas hermanas, que tienen que ir a los enfermos para llevarles
el remedio, que el barrio donde trabajáis es muy grande y los enfermos son
muchos; pero también es verdad que esto no tiene que perjudicar a las prácticas de
sus reglas y especialmente a la oración, que es la que les dispone para recibir la
palabra de Dios con fruto y con provecho. Hay entre ustedes almas buenas, llenas
de estima por la palabra de Dios y convencidas de la necesidad que tienen de ser
humildes, sumisas, mortificadas, tranquilas y sin prisas ni preocupaciones, con una
santa alegría que se basa en Dios y que tiende hacia Dios. (IX, 366)
Compromiso: a lo largo de la semana, sembrar la Buena Noticia de Jesús
en alguna persona de mi familia, trabajo, grupo, etc.
Oración final
Señor, tú te has tomado el trabajo de salir al mundo a sembrar la semilla de tu
palabra,
Tú Señor, has tomado la iniciativa de sembrar en los corazones de cada ser
humano tus enseñanzas.
Quiero, Señor, que mi corazón sea un Jardín con tierra buena, donde me encuentre
a solas con tu palabra y esta pueda dar frutos en mí. AMÉN.
Con permiso de somos.vicencianos.org