XV Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Jueves
Lecturas bíblicas
a.- Is. 26,7-9.12.16-19: Despertarán jubilosos los que habitan en el polvo.
b.- Mt. 11, 28-30: Soy manso y humilde de corazón.
En este evangelio encontramos una invitación al descanso. Uno podría preguntarse:
¿De qué estamos cansados? Delante de sí tiene Jesús a las personas a las que ha
dedicado su amor: los pobres, los ignorantes, enfermos y la gente sencilla. Le han
llevado sus enfermos, han escuchado sus palabras, han procurado tocarle aunque
sean los bordes de sus vestidos. Ahora los invita a Sí a todos y les promete
aliviarlos; son como ovejas sin pastor (cfr. Mt. 9,36). En los tiempos de Jesús, el
yugo se refería a la observancia estricta de la Ley mosaica, que el pueblo ya no
soportaba, eran tantas prescripciones, que por lo mismo, ya ni las conocen ni
observaban (cfr. Ez. 20,13). Por eso, los maestros fariseos y escribas, consideraban
como malditos de Dios al pueblo ignorante (cfr. Hb. 15,10). El descanso al que
invita Jesús, es a sentirse aliviados del peso de la Ley de Moisés, su absolutismo, y
acoger el yugo suave de su doctrina, que consiste primeramente en la acción del
Espíritu Santo en lo interior del creyente, poniendo la fuerza necesaria para cumplir
los mandamientos, las bienaventuranzas, y lo más importante el amor a Dios y al
prójimo. El yugo de Cristo, es suave y ligero, porque viene al hombre con humildad,
desde su misterio de haberse hecho uno como nosotros (cfr. Flp. 2,5); lo acoge
para que descanse en ÉL y le invita a la mansedumbre, para que desde esta
experiencia, comience el camino de una intimidad divina que lo haga un discípulo y
revelador del amor de Dios en su vida para el prójimo. La ley de Cristo, es yugo
llevadero porque nace de la alegría y de la confianza en Dios; Jesús es más
exigente, como vemos en las bienaventuranzas, que los rabinos judíos, pero la
diferencia está en que es Maestro manso y humilde, y no despótico (cfr. Zac. 9, 9).
Su yugo es suave, no es pesado, porque sólo exigen entrega y amor. Considerando
todo la voluntad de Dios es un yugo y una carga, pero se hace liviano, si hacemos
lo que nos dice Jesús: aprended de mí. El propio Jesús lo vive, su misión es un
yugo y un peso, él lo ha aceptado como Siervo humilde. Se hizo como uno de
tantos, hace la voluntad de Dios, se hizo servidor de todo. Aunque el Padre le
entregó todo, se hizo esclavo de todos. Jesús promete el descanso para quien hace
la voluntad de Dios en la vida cotidiana, en las cosas pequeñas. Quien vive para
Dios, ejercita el amor, es levantado interiormente a la unión divina. Esa religión y
moral, basada en normas y leyes, sin alegría, desgraciadamente todavía se vive en
la Iglesia de hoy porque muchos cristianos, lo entienden como un mero
cumplimiento. La religión fundada por Jesucristo está basada en el evangelio,
anuncio alegre de la salvación, libertad y gozo, amor a Dios y al prójimo. Creemos
y seguimos a Jesús, creemos en su palabra y en los valores que encarnó y predicó;
exige una respuesta de amor. Como bautizados, el Espíritu Santo ora en nuestro
interior, como hijos con el Hijo al Padre. ¡Padre nuestro! Esta relación de filiación
divina posibilita la respuesta a la voluntad de ese Padre Dios que nos ama y une a
su Hijo e ingresar en la vida eterna.
La Santa Madre Teresa, exige cultivar esta virtud para ser verdadero cristiano
orante y contemplativo; conocer la propia verdad o realidad a la luz de la verdad de
Dios. “Una vez estaba yo considerando por qué raz￳n era nuestro Se￱or tan amigo
de esta virtud que la humildad, y púsome delante esto: que es porque es suma
Verdad, y la humildad es andar en verdad” (6 Moradas 10,7).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD