XV Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Viernes
Lecturas bíblicas
a.- Is. 38,1-6. 21-22. 7-8: He escuchado tu oración, he visto tus lágrimas.
b.- Mt. 12, 1-8: El Hijo del Hombre es Señor del sábado.
Nos encontramos con Jesús, en uno de los enfrentamientos con los fariseos y
escribas, en su afán de liberar al hombre de la esclavitud de la religión judía. Lo
peor es que lo hacían en nombre de Yahvé y de su ley. El sábado se santificaba con
el descanso de todo tipo de trabajo y se pasó de una ley humanitaria a una
institución sagrada, pero no al servicio del hombre, sino más bien, para ser servida
por el hombre. Jesús proclama que el sábado fue hecho para el hombre, y no al
revés (cfr. Mc. 2, 27); palabras que sonaron a blasfemia. Se había llegado a medir
los pasos que el piadoso judío debía caminar para no faltar al descanso del sábado
(cfr. Hb. 1,12). ¿Arrancar espigas y comerse los granos mientras se va de camino,
se puede considerar un trabajo? ¿Era lícito o no hacerlo en sábado? (v. 2). Estaba
permito el coger espigas y comerlas, no así el cosechar algo ajeno (cfr. Dt. 23, 25).
Los fariseos le acusan de que lo consintiese, y no lo impidiese en sábado. Jesús
responde recordando lo acontecido con David y los suyos, que huyendo de Saúl, le
pidió al sacerdote Aquimelec los panes reservados para los sacerdotes en el templo,
para él y sus hombres, aunque este texto, no señala que fuera en sábado (cfr.
1Sam. 21,2-7). Se resalta aquí la libertad de David y de Jesús. Con ello establece
que Jesús que el sábado no es un absoluto: primero está la necesidad humana,
antes que la ley del sábado, como hizo David y sus hombres. El segundo argumento
es más fuerte todavía, se refiere al culto que los sacerdotes tributaban a Dios en
sábado, lo que implicaba trabajo: la inmolación de los corderos, la recolección de
los dones, la purificación de las vasijas, etc. Los sacerdotes lo hacían y no incurrían
en culpa. Esa libertad es ahora cuanto más debe estar presente, porque en el
templo hay uno que es más grande que el templo; el templo lo habita sólo Dios, en
Jesús no sólo habita sino que obra por medio de Él, hecho hombre. Esa dignidad es
mayor que toda la Casa de Dios, hecha de piedra y madera. Finalmente, Jesús usa
un tercer argumento: les pide a sus adversarios que mediten qué significa:
“Misericordia quiero y no sacrificio” (Os. 6, 6; Mt. 9,13). Jesús en línea profética,
apela a un orden de valores: Dios quiere el corazón, la obediencia, la verdadera
justicia, la bondad. Si se cumple con estos valores entonces Dios acepta también
los sacrificios. Lo que no puede faltar es la misericordia, de lo contrario, nos
alejamos de la voluntad de Dios. Los argumentos de Jesús superan la queja y dan
con el profundo sentido de la ley de Dios y las referidas al culto divino. No es una
objeción al templo, al culto o a los sacrificios. Más importante que el sábado y los
sacrificios del templo, es la misericordia con el necesitado, con el hambriento en
este caso y esto sí es voluntad de Dios. Jesús inaugura el tiempo de los que adoran
a Dios en espíritu y en verdad (Jn.4, 23). Primero será la obediencia y la
misericordia y luego las rúbricas litúrgicas. El culto divino adquiere ahora con la
nueva alianza una gran dignidad porque es ofrecido por Jesús, sumo sacerdote.
Llevar el culto dominical a la vida, y la vida al culto, es cosa de hacerlo más
humano y divino. Sólo quien hace la voluntad de Dios y obedece a Jesús encuentra
salvación. La celebración eucarística nos dona su Palabra, su Cuerpo y Sangre para
tener vida eterna. Jesús es Señor del sábado.
Teresa de Jesús, en la Humanidad de Cristo, descubrió el camino para ir a Dios, en
un tiempo, como ahora, en ciertas corrientes espirituales, la Humanidad de Cristo
era considerada un impedimento para los orantes avanzados. La Santa luchó contra
estas teorías: Jesús es camino siempre hacia el Padre. “Veía que aunque era Dios,
era Hombre, que no se espanta de las flaquezas de los hombres” (Vida 37,5).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD