XVI Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Sábado
Lecturas bíblicas
a.- Jr.7,1-11: Creéis que es una cueva de bandidos el templo que lleva mi
nombre.
b.- Mt. 13, 24-30: Dejadlos crecer juntos hasta la siega.
Este evangelio sigue con el tema de las semillas, pero desde otra perspectiva,
imágenes todas para mostrarnos cómo Dios envía su palabra a los hombres de ayer
y hoy. Esta parábola nos presenta el obrar de Dios, pero nos confirma la existencia
del sembrador del mal. El ambiente nocturno, y el sueño de los criados, describen
el accionar del sembrador de la cizaña, durante el día hubiera sido descubierto.
Crecerán juntos en el campo el trigo y la cizaña, solo que en el tiempo de la siega
se recogerá primero la cizaña para ser quemada, para no arrancar también el trigo.
El sentido profundo de la parábola, está en la presencia del mal, junto al bien; el
que sembró cizaña está junto al que sembró el trigo, es decir, donde siembre Dios,
también lo hace Satanás. Es una llamada a estar atentos, vigilantes, ya que el bien
y el mal coexisten en el corazón del hombre, y por lo mismo, está presente en la
comunidad eclesial. La separación se producirá el día del juicio, el día de la siega,
imagen de la consumación final (cfr. Mt. 9, 37; Mc. 4, 29; Jn. 4, 35). Ese día llegará
sin tardar, cuando venga el Hijo del Hombre a juzgar a vivos y muertos, pero el
hombre no lo puede adelantar por más que quiera. La parábola quiere evitar todo
tipo de celo imprudente e intolerancia en la implantación del Reino de Dios con toda
su fuerza y santidad. De la convivencia entre buenos y malos, siempre necesaria,
trigo y cizaña, se pasa a lo más importante, es el destino que les espera a ambos.
Uno se podría preguntar: ¿por qué hay gente mala en la comunidad eclesial?
Porque, se ofrece a ellos un tiempo para su conversión, su presencia en medio de la
Iglesia, la gente menos buena, no debe ser causa de pesimismo, porque si no
cambian, conocemos su suerte final, al contrario, debe ser un estímulo, para
practicar las más las virtudes que faltan a la comunidad. El juicio para ellos y los
buenos, está reservado a Dios, para el día del juicio final, por lo mismo nos debe
dar ánimos el hecho que la vernos todos pecadores y necesitados de misericordia,
pero muy preocupados de la salvación eterna, por la que debemos trabajar día a
día. No podemos convertirnos en jueces de los demás, porque el bien y el mal
están también dentro de nosotros (cfr. Mt. 7,1). Todos tenemos mucho de trigo
santo, pero con humildad debemos confesar que también, hay cizaña en nuestra
vida. Sólo Dios es bueno, confiesa Jesús (cfr. Mc. 10, 18), pero la conversión
continua es el trabajo espiritual que todo cristiano debe realizar hasta cambiar el
corazón para hacer el bien al prójimo.
Todos los bienes del alma para Santa Teresa de Jesús, vienen de revivir el misterio
Pascual de Cristo en la liturgia, en la oración, en la vida. Algo parecido debemos
hacer todos nosotros si participamos en la Eucaristía, la oración y en Cristo se
encaminan los días, las horas, los minutos…“La Pasión y vida de Cristo, es de donde
nos ha venido y viene todo bien” (Vida 13,13).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD