Encuentros con la Palabra
Domingo XVII Ordinario – Ciclo A (Mateo 13, 44-52)
“El reino de los cielos es como un ...”
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
Hugo Canavan, teólogo carmelita norteamericano, especializado en estudios bíblicos y en la
animación de pequeñas comunidades de base entre los campesinos de Colombia, recientemente
fallecido, estaba dando un curso de Biblia en un barrio popular de Bogotá. Yo colaboraba en esa
época en las pequeñas y frágiles Asambleas familiares que iban creciendo en medio de las luchas
entre las pandillas y el hambre que produce el desempleo y la falta de oportunidades. Recuerdo, como
si fuera ayer, la manera como Hugo fue explicando, en la casa de don Carlos y doña Isabel, la
importancia de la Palabra de Dios para nosotros. Estando en medio de la gente, éramos unas treinta y
cinco personas, contando a las mujeres y los niños , se quitó las gafas y comenzó a contar:
"Había una vez un señor que pertenecía a una comunidad de base. Su nombre era Marcos. Todas las
semanas participaba de la reunión en la que hablaban de los problemas del barrio, leían la Biblia y
rezaban juntos pidiendo a Dios o dándole gracias por lo que iba realizando en medio de ellos. Un buen
día don Marcos, que ya tenía setenta y siete años, comenzó a saludar a la gente con otro nombre; a
doña Belén la saludó como si fuera Ángela; a Ángela la confundió con Mariela; a Saulo lo confundió
con Benjamín; a don José lo saludó como si fuera la señora Josefina. (Mientras Hugo contaba la
historia, iba haciendo la representación de lo que iba diciendo con los miembros de la comunidad a los
que daba el curso y les iba confundiendo los nombres).
Los que estaban presentes no corrigieron a don Marcos. Lo saludaban naturalmente, aunque sabían
que estaba equivocándose. Algunos, después de la reunión, comentaron lo sucedido. Don Marcos
estaba perdiendo la vista... por eso, decidieron recoger una platica para llevarlo al médico, para que le
formularan una gafas. Así se hizo. La señora Mercedes se encargó de recoger la colaboración de
todos y de llevar a don Marcos al médico. A los quince días llegó don Marcos otra vez a la reunión con
las gafas en las manos y mostrándole a todo el mundo el regalo que le habían hecho. Evidentemente,
como llevaba las gafas en las manos, volvió a confundir a todo el mundo. Le decía a Carlos: «¡Mire
don Saulo las gafas tan bonitas que me regalaron!»; y a doña Belén le dijo: «¡Cuánto les agradezco
doña Josefina por estas gafas tan buenas que me han regalado entre todos! ¡Dios se lo ha de pagar!»
(Hugo iba representando a don Marcos con las gafas en sus manos y mostrándoselas a la gente,
confundiéndoles el nombre)".
Después de contar la historia y representarla, Hugo lanzó la pregunta, «¿Entienden ustedes lo que
esto significa?» Y fue recogiendo las conclusiones que la gente iba sacando: Por ejemplo, decían:
«Así pasa con la Biblia; la gente la recibe y está muy orgullosa de tenerla, pero no la utilizan para
lo que es». «La Biblia no es para mostrarla a los demás, sino para poder ver a los hermanos que
tenemos al lado; es para reconocer a los que sufren junto a nosotros». «La Biblia es como unas gafas
que nos sirven para ver la realidad con los ojos de Dios; no es para quedarnos viéndola a ella sola y
mostrándola orgullosamente a los demás». «Tener gafas y no colocárselas es como los que compran
la Biblia y luego la colocan en un lugar bien bonito de la casa, pero nunca la leen en grupo, ni
personalmente. Es como un adorno más en la casa». Y así, sucesivamente...
Las parábolas, que fue la forma como Jesús comunicó los secretos del Reino a los hombres y mujeres
de su época, siguen teniendo hoy un valor incalculable. Implican a los que las escuchamos en el
aprendizaje. No nos deja por fuera de lo que se está enseñando, sino que nos toca interiormente. Más
que comentar el contenido de la predicación de Jesús, deberíamos hacer como Hugo Canavan a la
hora de comunicar nuestro mensaje a los que tenemos alrededor... copiarnos su estilo...
* Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá
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