Lectio Divina: XVII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Autor: P. Chuno Chávez Alva , C.M.
El Reino de los cielos, un tesoro…
LA PALABRA HOY: 1 Reyes 3,5.7-12; Salmo 118; Romanos 8,28-30; Mateo 13,
44-52
Ambientación: Al centro un cofre o joyero con perlas de fantasía; frase: “Tú eres
nuestro tesoro”.
Cantos sugeridos: Anunciaremos tu Reino
Ambientación
La verdadera sabiduría es la del que sabe despojarse para adquirir el nuevo modo
de ver la realidad que trae el Reino inaugurado por Jesús. Ese tesoro del Reino está
dentro de nosotros mismos, y quien lo descubre experimenta una gran alegría.
Oración inicial
Jesús, Tú que nos has dado el don de la fe,
que nos has regalado la gracia de conocerte,
de saber lo que Tú has hecho por nosotros,
y así darnos cuenta del amor infinito del Padre,
de la esperanza que tenemos en ti,
de la seguridad que nos das
con tu muerte y resurrección,
sabiendo que ya nos has redimido
haciéndonos partícipes del Reino de los Cielos.
Te pedimos que nos ayudes a poner en ti
toda nuestra confianza y nuestra esperanza,
buscando que seas Tú el sentido de todo lo que somos,
de todo lo que esperamos, de todo lo que vivimos,
para que Tú nos llenes de tu alegría y de tu paz,
de tu amor y de tu fortaleza,
y así desde ya, vivamos con el corazón puesto en ti,
optando siempre por ti,
siendo Tú la razón de todo lo que somos,
de todo lo que hacemos,
de todo lo que buscamos y anhelamos. AMÉN
I. Lectio: ¿Qué dice el texto? – Mateo 13,44-52
Motivación: El valor del Reino es el valor supremo para el discípulo de Jesús. Eso
es lo que Jesús no ha enseñado y así es como lo siente el cristiano. Para pertenecer
al Reino, es necesario despojarse de otras cosas. Ninguna es tan valiosa para el
creyente como aquélla con la que se ha quedado. Lo demás es siempre
secundario. Escuchemos.
Forma de leerlo:
1. Proclamar el texto en voz alta (todos de pie).
2. Cada uno puede leer en voz alta el versículo que más le llamó la atención
(sentados).
Preguntas para la lectura:
¿Cuál es el sentimiento de la persona que ha encontrado el tesoro? ¿Qué
acciones que realiza?
¿Qué hace el comerciante que encuentra la joya más fina?
¿Qué hacen los pescadores con la Red luego de que la sacan del mar?
¿Qué pasará cuando llegue el fin del mundo?
¿Qué pasa con el maestro de la ley que se convierte en discípulo de Dios?
Otros textos bíblicos para confrontar: Prov 2,4; Dn 3, 6; Mt 13, 42; Mt 8,
12 .
II. Meditatio: ¿Qué me dice? ¿Qué nos dice el Texto?
Motivación: Nosotros hemos recibido un tesoro con la fe. Pero solamente
podremos sacer de él cosas nuevas y viejas si lo buscamos, lo desenterramos, lo
vendemos todo y lo adquirimos como algo precioso. Meditemos y descubramos lo
nuevo que se encierra en estas parábolas.
¿Es la fe para mí un tesoro escondido o una perla de gran valor? ¿Por qué?
¿Qué me pide vender hoy el gozoso descubrimiento de la fe?
¿Cómo puedo hacer novedoso el mensaje del evangelio en mi entorno?
Se me ha regalado el tesoro de la palabra de Dios, ¿comparto la alegría de este
regalo con los demás?
¿Mi encuentro con Cristo me ha hecho una persona nueva?
Viendo que para “adquirir” el Reino de los Cielos es necesario “vender todo”
(13,44.46), ¿qué debo vender en mi vida, de qué cosas debo desprenderme
para poder adquirir y poseer aquello que es vital y fundamental en la vida, como
es el Reino de Dios?
Luego de un tiempo de meditación personal, compartimos con sencillez nuestra
reflexión, lo que el texto ME dice a mi propia realidad y situación personal.
III. Oratio: ¿Qué le digo al Señor motivado por su Palabra?
Motivación: Para descubrir los preciosos tesoros que esconde la Palabra de Dios
tenemos la ayuda imprescindible de la oración, que abre los ojos del corazón y
permite desentrañar su novedad. Dispongámonos a rezar pidiendo la luz y la
sabiduría de Dios.
Luego de un tiempo de oración personal, podemos compartir en voz alta nuestra
oración, siempre dirigiéndonos a Dios mediante la alabanza, la acción de gracias
o la súplica confiada.
Se puede, también, recitar el salmo responsorial que corresponde a este
doming o (salmo 118).
IV. Contemplatio: ¿Qué me lleva a hacer el texto?
Motivación: San Vicente animaba a los misioneros a trabajar incansablemente por
el Reino. Esto es posible cuando el Reino se convierte en nuestro tesoro y en la
causa de nuestra alegría:
La gloria de Dios está en el cielo; y su reino, en las almas. Tengamos, pues, ese
continuo deseo de que se extienda el reino de Dios y ese anhelo de trabajar con
todas nuestras fuerzas para que, después de haber procurado el reino de Dios en la
tierra, vayamos a gozar de él en el cielo. Tengamos siempre esta lámpara
encendida en nuestros corazones.
¡Ay, padres! ¡Qué felices somos de estar en una compañía que tiene como finalidad,
no sólo hacernos dignos de que él reine en nosotros, sino también que sea amado y
servido por todo el mundo y que todo el mundo se salve! (XI, 434)
Compromiso: Durante la semana, desprenderme de algún “tesoro” que exprese
mi deseo de hacerme Discípulo del Reino.
Oración final
Llenos del gozo que el Espíritu
infunde en nuestro corazón,
te bendecimos, Señor Jesús,
por descubrirnos en tu evangelio,
en tu persona,
en toda tu vida y en tu amor hacia nosotros,
el tesoro escondido y la perla fina del reino de Dios,
por el que vale la pena arriesgarlo todo sabia y generosamente.
Bendito seas también porque nos hablaste del reino con parábolas y signos de
liberación
que unen el anuncio del reino de Dios con la salvación y la felicidad del hombre.
Haz, Señor, que la buena nueva del tesoro de tu reino
transforme nuestras vidas pequeñas a la medida de tu proyecto,
y alcanzaremos de tu amor todo lo demás por añadidura.
Amén.
Con permiso de somos.vicencianos.org