XVII Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Martes
Lecturas bíblicas
a.- Jr. 14, 17-22: Recuerda, Señor, y no rompas tu alianza con nosotros.
b.- Mt. 13, 36-43: Explicación de la parábola de la cizaña.
Esta explicación corresponde en realidad a la lectura que hizo la primitiva
comunidad y que Mateo nos comparte. La primera parte corresponde a saber quién
es quién en la parábola, explicación que da el propio Jesús (vv. 37-39). Luego, se
explica el destino contrapuesto entre la cizaña y el trigo (vv. 40-43). Se trata de la
suerte del justo y el pecador en el juicio final, que se describe con tonos
apocalípticos: el horno encendido, llanto y rechinar de dientes. Si bien sabemos de
la coexistencia de buenos y malos, justos y pecadores en la Iglesia, el acento de
esta explicación se pone en el final de la historia, el día del Juicio. El Hijo del
Hombre, es el sembrador, el campo es el mundo, la buena semilla son los hijos de
Dios, la cizaña los hijos del demonio; el enemigo es Satanás, la siega el drama del
Juicio final. En esta explicación se persigue centrarse en la siega futura, en la
parábola era dejar crecer el trigo y la cizaña, la sabia decisión del dueño del campo.
Hay un deseo de la Iglesia primitiva de rebatir una temeraria seguridad entre los
llamados a la salvación, acentuando la gravedad del Juicio. El que siembra, es el
Hijo del Hombre, en el hoy, del campo, el mundo, judíos y paganos, sin distinción
(cfr. Dan.7,13); la buena semilla, son los hijos del reino, los llamados, que
alcanzarán la filiación plena si mantienen su elección (Mt.5,9; 22,14). Poseen una
esperanza justificada de conseguir esa posesión, porque llamados han respondido a
ese llamado. Están también los hijos del Maligno, que tientan a los hijos del reino,
pero que también están presentes en la Iglesia, sembrando discordia, seducir y
atraer a la apostasía, en todo caso cooperan con el malo contra Dios. En la segunda
parte se explica el destino de los malos y buenos. El que juzga es el Hijo, los malos
será arrojados muy lejos de Dios, exclusión definitiva de la gloria y vida de Dios, de
ahí la desesperación de los condenados. Escandalosos y malvados, ambos grupos
son culpables, son lo contrario a la obra de Jesús, vida de amor a Dios y al prójimo,
perfección de la nueva ley. Los justos brillarán por su fidelidad a Dios a y a la
filiación divina que alcanza así su perfección.
Teresa de Jesús, nos invita a dejarlo todo por el Reino de Dios. “Por esto y por
otras muchas cosas avisé yo en el primer modo de oración, en la primera agua,
que es gran negocio comenzar las almas oración, comenzándose a desasir de todo
género de tormentos, y entrar determinadas a sólo ayudar a llevar su cruz a Cristo,
como buenos caballeros, que sin sueldo quieren servir a su Rey, pues le tienen tan
seguro. Los ojos en el verdadero y perpetuo reino que pretendemos ganar. Es muy
gran cosa traer esto delante, en especial en los principios; que después tanto se ve
claro, que antes es menester olvidarlo para vivir, que procurarlo traer a la memoria
lo poco que dura todo y cómo no es todo nada y en lo nonada que se ha de
estimar el descanso.” (Vida 15,11).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD