XVII Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Jueves
Lecturas bíblicas
a.- Jr. 18,1-6: Vosotros, estáis, en mi mano Israel.
b.- Mt. 13, 47-53: Parábola de la red.
Esta parábola, si bien representa un aspecto común de la vida de los apóstoles,
como era echar las redes al mar de Galilea, tiene un trasfondo escatológico. Una
vez fuera del agua y la red llena de peces, comienza la selección, escoger lo
recogido para la venta o comida. La parábola busca darnos luz sobre las verdades o
realidades últimas, es decir, lo que sucederá al final de los tiempos. Como ese
tiempo no ha llegado todavía, pero caminamos a su consumación, deben coexistir
buenos y malos, trigo y cizaña hasta que llegue el fin. Todos los peces están en la
red por el momento, hasta que llegue el tiempo de la selección. Sólo al final de los
tiempos, se descubrirá la verdadera comunidad de los hijos de Dios, libres ya del
pecado y la muerte, de aquellos que confesaban a Cristo sólo con los labios, del
fariseísmo de muchos. Todos aquellos que no tienen nada que ver con la verdadera
comunidad de los hijos de Dios, quedarán excluidos de la vida eterna en el cielo,
correrán la misma suerte que los peces que son dejados en la playa, es decir, en la
oscuridad para siempre. El Reino de Dios se hace presente en la persona de su Hijo,
el Señor, que nos comunica su buena noticia, el evangelio, para nuestra salvación.
Nos propone un modo de vida, amar a Dios y al prójimo, con el espíritu de las
bienaventuranzas. La participación futura en el Reino de Dios, se inicia con un
compromiso con la fe, la esperanza y la caridad, es decir, un compromiso social de
vivir la vida cristiana en nuestra sociedad, testimoniando el evangelio y anunciando
la salvación a todo hombre. Este compromiso llevado con una vida litúrgica
participativa y oración continua, va transformando la vida cotidiana en servicio
activo a Dios y a los hermanos, lo que nos asegura un lugar en el Reino de Dios.
Teresa de Jesús, confía en que seremos juzgados por Quien hemos amado y
servido toda la vida. Ella está hablando de la conveniencia de procurar siempre el
amor y el temor de Dios cuando comenta las palabras: Y no nos dejes caer en
tentación. Líbranos del mal. “Plega a Su Majestad nos le dé antes que nos saque de
esta vida, porque será gran cosa a la hora de la muerte ver que vamos a ser
juzgados de quien habemos amado sobre todas las cosas. Seguras podremos ir con
el pleito de nuestras deudas; no será ir a tierra extraña sino propia, pues es a la de
quien tanto amamos y nos ama. Acordaos, hijas mías, aquí de la ganancia que trae
este amor consigo y de la pérdida en no le tener, que nos pone en manos del
tentador, en manos tan crueles, manos tan enemigas de todo bien y tan amigas de
todo mal.” (Camino 40,8).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD