FESTIVIDAD DE LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ
Jn. 3, 13 - 17
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: "Nadie ha subido al cielo, sino el que
bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el
desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que
cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo
único para que no perezca ninguno de los que creen el él, sino que tengan vida
eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino
para que el mundo se salve por él."
CUENTO: NO HAY FELICIDAD SIN CRUZ
Había una vez un hombre que estaba muy descontento con la cruz que le
había tocado vivir en la vida. Un día Dios le hizo entrar en un profundo sueño.
Soñando vio que la tierra era una interminable procesión de hombres y mujeres
con su cruz a cuestas y él formaba parte también de aquel cortejo. Pasado un
tiempo descubrió que su cruz era demasiado larga y decidió cortarle un buen
pedazo para hacerla más ligerita. De repente, la procesión de cruces se detuvo
ante un gran precipicio, tras el cual empezaba la “Tierra de la Felicidad”. Para
llegar a aquel lugar no había puentes ni pasarelas, pero los hombres cruzaban
fácilmente. Cada uno descargaba su cruz, la apoyaba en los bordes del
precipicio y pasaba por ella. Parecía que las cruces estaban hechas a medida
de aquellas dos orillas del abismo. Entraban todos, menos aquel hombre que
había acortado su cruz. Ahora era demasiado corta y no llegaba al otro lado de
aquel precipicio. Lloró y se desesperó: “Ay, si lo hubiera sabido antes...”. Pero
ya era demasiado tarde, y no pudo pasar a la Tierra de la Felicidad.
ENSEÑANZA PARA LA VIDA:
Hoy celebramos los cristianos una fiesta extraña y desconcertante. ¿Qué
sentido puede tener hablar de la « exaltación de la Cruz » en medio de una
sociedad que sólo parece exaltar el placer y el bienestar? ¿No es esto ensalzar
el dolor, glorificar el sufrimiento y la humillación, fomentar una ascesis
morbosa, ir contra la alegría de la vida?
Sin embargo, cuando un creyente mira al Crucificado y penetra con los
ojos de la fe en el misterio que se encierra en la Cruz, sólo descubre amor
inmenso, ternura insondable de Dios que ha querido compartir nuestra vida y
nuestra muerte hasta el extremo. Lo dice el evangelio de Juan de manera
admirable: « Tanto amó Dios al mundo que entregó a su único Hijo para que
todo el crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna ». La Cruz nos revela
el amor increíble de Dios. Ya nada ni nadie nos podrán separar de él.
Si Dios sufre en la cruz, no es porque ama el sufrimiento sino porque no
lo quiere para ninguno de nosotros. Si muere en la cruz, no es porque
menosprecia la felicidad, sino porque la quiere y la busca para todos, sobre
todo para los más olvidados y humillados. Si Dios agoniza en la cruz, no es
porque desprecia la vida, sino porque la ama tanto que sólo busca que todos la
disfruten un día en plenitud.
Por eso, la Cruz de Cristo la entienden mejor que nadie los crucificados:
los que sufren impotentes la humillación, el desprecio y la injusticia, o los que
viven necesitados de amor, alegría y vida. Ellos celebrarán hoy la Exaltación de
la Cruz no como una fiesta de dolor y muerte, sino como un misterio de amor y
vida.
¿A qué nos podríamos agarrar si Dios fuera simplemente un ser
poderoso y satisfecho, muy parecido a los poderosos de la tierra, sólo que más
fuerte que ellos? ¿Quién nos podría consolar, si no supiéramos que Dios está
sufriendo con las víctimas y en las víctimas? ¿Cómo no vamos a exaltar la cruz
de Jesús si en ella está Dios sufriendo con nosotros y por nosotros? ( José
Antonio Pagola )
¡QUE TENGAMOS UNA SEMANA FELIZ EN EL SERVICIO Y LA ENTREGA A
TODOS LOS QUE SUFREN A NUESTRO LADO!!