XX domingo del tiempo ordinario. Ciclo A
La salvación es para todos
La Palabra: “Solo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel”. A pesar de
ello, Jesús cura también a una mujer cananea: “mujer, ¡grande es tu fe!; que se
cumpla lo que deseas” (evangelio).
1. Hablando en general, en tiempo de Jesús los judíos consideraban a los paganos
como impuros y excluidos de la salvación. Por eso causó extrañeza no solo que
Jesús curase a leprosos del pueblo judío sino, sobre todo, que curase también a
personas del mundo pagano, como era la cananea de quien nos habla el evangelio.
2. Posiblemente, Jesús participaba de la visión de sus contemporáneos judíos, pero
la compasión que refleja en la historia el ser mismo de Dios misericordioso y
compasivo, le llevó a romper con los moldes y la miopía de sus contemporáneos
judíos. Lo entendieron muy bien, gracias al Espíritu, los primeros cristianos. Cuando
describen la multiplicación milagrosa de los panes, dicen que, entre la multitud
hambrienta, muchos habían venido “de lejos”. Es la misma expresión que emplea
san Pedro en el discurso de Pentecostés: la salvación es también “para los de
lejos”.
3. Por el bautismo entramos en la Iglesia, y llevamos la impronta de su catolicidad.
Nuestra vocación es mirar a todos y relacionarnos como hermanos con todos sin
discriminaciones. Lo más contrario a la Iglesia es el sectarismo de quienes se creen
los elegidos o mejores que los demás. Nuestra vocación bautismal implica un
compromiso por la vida y la liberación de toda persona humana y de todos los
pueblos, especialmente de aquellos que sufren la pobreza y la exclusión.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net