Preguntas
La filosofía se identifica con el arte de preguntar. El niño o la niña son los primeros filósofos.
Hay preguntas de preguntas. Hay quien quiera preguntarle a Dios. Por ejemplo, ¿Por qué el
dolor? ¿Por qué existe el mal? A veces, Dios responde con el silencio. Pero su respuesta, la
gran respuesta de Dios, es la Cruz de su Hijo, o mejor, su amor. Somos una pregunta. El
problema es cuando nos dan respuestas prefabricadas o anacrónicas.
Nuestra conciencia es el primer tamiz de preguntas. ¿Por qué has hecho esto o aquello? ¿Por
qué tantos intereses egoístas en tu vida? Si tu pueblo sufre, ¿Por qué te construyes tantos
palacios de naipes, tan inútiles, a espaldas de su dolor? Isaías encuentra infraganti a un alto
funcionario de Israel. Busca grandezas y su pueblo en postración total. La pregunta simple es:
¿Por qué el pueblo soporta tan calladamente la crueldad de sus dirigentes?
Pablo nos lleva al misterio hondo de Dios. Las respuestas a las preguntas que le hacemos están
en nuestras manos. Somos nosotros los responsables de la crueldad de nuestros victimarios,
de la violencia ambiental, de las guerras fratricidas, de la miseria que arropa a tantos de los
nuestros. Tenemos los dirigentes que nos merecemos. El dolor de pueblo no ha tocado
todavía nuestras seguridades y seguimos al ritmo de nuestra indolencia.
Y la pregunta del millón: “﾿Quién es Jesús para Ti, para mí, para nuestro pueblo? La respuesta
habla de la dimensión de nuestra fe. La fe cristiana no es ni catecismos, ni derechos canónicos,
ni morales, es una Persona, es Jesucristo. Conocerlo es amarlo, y amarlo es testimoniarlo con
nuestra propia vida. Y en la medida de nuestro testimonio está el hecho del anuncio. Hay que
contar nuestra respuesta como testigos de su Resurrección.
Cochabamba 24.08.14
jesús e. 0sorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com