Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Ciclo A, Tiempo Ordinario,
Domingo de la Semana No. 19
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Ponte de pie en el monte ante el Señor * Muéstranos,
Señor, tu misericordia y danos tu salvación. * Quisiera ser un proscrito por el bien
de mis hermanos * Mándame ir hacia ti andando sobre el agua
Textos para este día:
1 Reyes 19,9a.11-13a:
En aquellos días, cuando Elías llegó al Horeb, el monte de Dios, se metió en una
cueva donde pasó la noche. El Señor le dijo: "Sal y ponte de pie en el monte ante el
Señor. ¡El Señor va a pasar!" Vino un huracán tan violento que descuajaba los
montes y hacía trizas las peñas delante del Señor; pero el Señor no estaba en el
viento. Después del viento, vino un terremoto; pero el Señor no estaba en el
terremoto. Después del terremoto, vino un fuego; pero el Señor no estaba en el
fuego. Después del fuego, se oyó una brisa tenue; al sentirla, Elías se tapó el rostro
con el manto, salió afuera y se puso en pie a la entrada de la cueva.
Salmo 84:
Voy a escuchar lo que dice el Señor: / "Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus
amigos." / La salvación está ya cerca de sus fieles, / y la gloria habitará en nuestra
tierra. R.
La misericordia y la fidelidad se encuentran, / la justicia y la paz se besan; / la
fidelidad brota de la tierra, / y la justicia mira desde el cielo. R.
El Señor nos dará la lluvia, / y nuestra tierra dará su fruto. / La justicia marchará
ante él, / la salvación seguirá sus pasos. R.
Romanos 9,1-5:
Hermanos: Digo la verdad en Cristo; mi conciencia, iluminada por el Espíritu Santo,
me asegura que no miento. Siento una gran pena y un dolor incesante, en mi
corazón, pues por el bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne, quisiera
incluso ser un proscrito lejos de Cristo. Ellos descienden de Israel, fueron adoptados
como hijos, tienen la presencia de Dios, la alianza, la ley, el culto y las promesas.
Suyos son los patriarcas, de quienes, según la carne, nació el Mesías, el que está
por encima de todo: Dios bendito por los siglos. Amén.
Mateo 14,22-33:
Después que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que
subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la
gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada
la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra,
sacudida por las olas, porque el viento era contrario.
De madrugada se les acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole
andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un
fantasma. Jesús les dijo en seguida: "¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!" Pedro le
contestó: "Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua." Él le dijo:
"Ven." Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús;
pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó:
"Señor, sálvame." En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: "¡Qué
poca fe! ¿Por qué has dudado?" En cuanto subieron a la barca, amainó el viento.
Los de la barca se postraron ante él, diciendo: "Realmente eres Hijo de Dios."
Homilía
Temas de las lecturas: Ponte de pie en el monte ante el Señor * Muéstranos,
Señor, tu misericordia y danos tu salvación. * Quisiera ser un proscrito por el bien
de mis hermanos * Mándame ir hacia ti andando sobre el agua
1. Encontrarse con Dios
1.1 Las lecturas de hoy nos dejan ver que la presencia de Dios es distinta de cómo
uno podría imaginarla.
1.2 A veces uno piensa que Dios, como es fuerte, sólo se dejará ver en las
acontecimientos grandes e impresionantes; a veces uno piensa que Dios, como es
bueno, no nos dejará pasar por momentos de inseguridad.
1.3 Y sin embargo, Dios, siendo fuerte y siendo bueno, se hace presente en
nuestras vidas de modos que no comprendemos.
2. Una Brisa Suave
2.1 En la primera lectura tenemos a Elías, el profeta rechazado por su pueblo, el
hombre solitario, no por elección sino porque su fe lo ha llevado a ser visto como
un extranjero y como una amenaza para los propios israelitas, que por el contrario
han elegido servir a los ídolos.
2.2 En su soledad Elías se aferra a Dios y peregrina hasta el monte Horeb, el monte
santo, el lugar donde Dios primero llamó a Moisés y donde también se celebró la
alianza. Escondido en las grietas de la montaña sacra, Elías está en realidad
cobijado y guarnecido por el poder del abrazo de Dios. Y allí el mismo Dios quiere
manifestarse a él, como señal de una alianza que no muere y como prueba de la
inquebrantable fidelidad del Altísimo.
2.3 No es el fuego ni el terremoto lo que trae a Dios, en este caso; es una brisa
suave. En la batalla contra sus enemigos Dios muestra su grandeza pero con sus
amigos lo que deja ver es su cercanía. Aquella brisa que refresca, que serena, que
acaricia, es una señal del amor y de la palabra del Amigo.
3. Una Brisa Impetuosa
3.1 En el evangelio, en cambio, se da el caso de una brisa impetuosa. Pedro camina
sobre las olas pero el vigor del viento contrario le hace dudar. El hilo de fe que lo
une a Jesús se rompe por un momento, Pedro falla en su confianza y el hombre
empieza a hundirse entre las olas.
3.2 Destaquemos dos cosas, aprendiendo de la experiencia de otro. Primero, que
Pedro se hunde cuando mira más a las dificultades que a Jesús. Una vez que ha
apartado su mirada del Señor, es tan vulnerable e indefenso como cualquiera
puesto en medio del mar.
3.3 Pero en segundo lugar, aprendamos de Pedro a acudir al mismo Señor al que le
hemos fallado. Su fe ha trastabillado pero la humildad le permite exclamar:
"¡Señor, sálvame!" La humildad, principio de arrepentimiento, de algún modo sana
lo que la falta de fe había perdido.