XX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Rosalino Dizon Reyes.
La reprobación llevando a la reconciliación (Rom 11, 15)
Incluso una situación terrible sirve los propósitos de Dios, el cual nos quiere
optimistas e inventivos asimismo.
Los discípulos encuentran intolerable la situación: una mujer, además cananea, les
molesta; viene detrás de ellos clamando a voz en cuello. Piden a Jesús que la
atienda, o la despida—según unas traducciones. Pero sea atender sea despedir,
buscan que ella se quite de ahí.
Jesús le habla finalmente, aunque resultan nada alentadoras sus palabras. Pero,
¿cuál hombre realmente, por muy escéptico que sea, dudaría de la fe de esta
madre que busca la sanación de su hija? Aunque la cuestione alguien, seguramente
no Jesús, compasivo que es. Sabe, solo por su grito materno persistente, que su fe
es grande y que la madre no desistirá hasta que consiga lo que desea.
La desatención, pues, de Jesús y sus palabras rechazadoras y quizás o insultantes o
condescendientes, dada la referencia a los perros, tienen por blanco, creo, no tanto
la cananea como los discípulos mismos. Más que poner a prueba la fe de ella, Jesús
quiere que vean sus discípulos y todos los igualmente intolerantes que mayor fe
demuestran no rara vez aquellos que se toman por perrería, canalla, gente
desagradable e inadaptable.
El disgusto de los discípulos sirve para enseñar que la casa de Dios es para todos
los pueblos. Tienen posibilidades también los que no son de los nuestros. Ante la fe
inquebrantable de muchos de ellos, se nos debe caer la cara de vergüenza. Como
nos advierte Jesús, nos llevan la delantera en el camino del reino de Dios las
personas menos prometedoras.
Continúa san Pablo lo instaurado por Jesús conforme a Zac 8, 23: «En aquellos
días, diez extranjeros agarrarán a un judío por el manto y le dirán: “Queremos ir
con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros”». Rechazado por los
de su raza, el apóstol se dirige a los paganos. Y no deja de aclarar que la
reprobación de los suyos significa la reconciliación del mundo y que la rebeldía de
todos es solo una oportunidad más para que Dios tenga misericordia de todos. De
imaginación creativa, san Pablo entrevé en la reintegración de Israel una
resurrección.
Y muy creativo se acredita san Vicente de Paúl. Dan testimonio de esto sus
pequeños comienzos y grandes éxitos. Sencillo en su creatividad y su servicio a los
pobres, sabe superar las limitaciones de la edad (XI:57). Su creatividad, sin
ninguna duda, nace de su visión del amor infinitamente inventivo, del que surgió la
Eucaristia (XI:65).
Con permiso de somos.vicencianos.org