XX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Javier Balda, C.M.
Qué grande es tu fe
La fe nos lleva a buscar a Dios y a encontrarlo. La fe nos da confianza para hablarle
y humildad para pedirle lo que deseamos alcanzar. La fe siempre nos conducirá al
encuentro, no tanto de un Dios-legislador, sino principalmente, de un Dios-Amor.
La fe nos hará comprender y aceptar que la luz y la fuerza nos vienen de Él, que la
confianza nos la transmite Él, que la seguridad de ser escuchados no nace de
nuestros méritos sino de su bondad, de que antes de que salgamos a buscarlo ya Él
ha salido a nuestro encuentro y nos espera.
Por eso, la fe nos exige humildad para acercarnos al Señor, sinceridad para
hablarle, confianza para dialogar, constancia para pedirle y para recibir su
respuesta aunque no la comprendamos en ese momento, amor para aceptar su
voluntad, para aceptar sus dones que siempre serán regalos de su amor.
Es el amor, como respuesta a la fe, el que conmueve el corazón de Dios. Es la fe
vivida y proclamada, la que “adelanta” el proyecto de Jesús recibido del Padre. Es la
fe la que nos pone en manos de Dios, la que reconoce su poder y su amor, la que
nos da la confianza y la seguridad de ser escuchados. Es la fe en el Señor y el amor
al pr￳jimo los que “arrancan” los milagros de Dios.
Dios no es un “contador” que va sumando nuestras acciones externas para ver
cuánto nos debe. Dios no es “pagador” de nuestras obras, meros cumplimientos de
normas y mandatos. Nuestro Dios es un Dios que mira en lo profundo de nuestro
corazón para descubrir el amor que ponemos en los que hacemos o dejamos de
hacer. Nuestro Dios es un Dios que no nos quiere “siervos” o “esclavos” de la ley,
sino “sus amigos”, “sus hijos” en el amor. Él sabe muy bien que no es hijo aquel
que ama porque obedece, sino aquel que obedece porque ama.
Por eso es el amor que ponemos en nuestra oración el que hace que también
nosotros escuchemos las palabras del Se￱or. “Qué grande es tu fe”, “qué grande es
tu amor. “Que se cumpla lo que deseas” porque lo que deseas es fruto de tu amor.
Con permiso de somos.vicencianos.org