XX Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Lunes
Lecturas bíblicas
a.- Ez. 24,15-24: Ezequiel os servirá de señal.
b.- Mt. 19, 16-22: Si quieres ser perfecto, vende lo que tienes.
En este evangelio, encontramos a un joven rico que quiere saber qué acciones
buenas debe realizar para alcanzar la vida eterna. La réplica de Jesús es que no
debe preguntar sobre lo bueno, sino por la fuente de la bondad, el único bueno, el
que dio los mandamientos, expresión de su bondad y medios seguros para
conseguir la vida eterna, es Dios. Como en el tiempo de Jesús se entendía por los
mandamientos los 613 preceptos, el rico nuevamente pregunta cuáles debe
guardar, a lo que Jesús responde con lo que todo judío conocía desde pequeño
(vv.18-19;cfr. Ex. 20,12-16; Dt. 5, 16-20). Mandamientos que expresan el amor al
prójimo, pero además, el amor a sí mismo (cfr. Lv. 19,18), lo que supone un amor
total. Curiosamente no se menciona el amor a Dios, pero se supone, si se habla de
Dios como fuente de la bondad. Quien cree en Dios como fuente de bondad, debe
amar al prójimo. En la idea de Jesús, el amor al prójimo es camino de vida eterna.
El joven explica que todo eso lo ha guardado siempre: ¿Qué le hace falta? Más allá
de la mera observancia de los preceptos, Jesús lo invita a ser perfecto, es decir,
vivir de acuerdo a la propia vocación recibida: vivir el mandamiento en su doble
dimensión, amor a Dios y al prójimo, dentro del ámbito del discipulado o
seguimiento personal; esta radicalidad va a significar, vender todo lo que tiene y
darlo a los pobres, con lo que aprenderá a ganar tesoros no materiales, sino
tesoros-valores del Reino de Dios. Si bien en el evangelio, la invitación es a vivir el
amor al prójimo, es también, un mandato para todo cristiano, algunos son invitados
a recorrerlo en forma radical, al estilo de Jesús. Pero el joven no aceptó el
ofrecimiento de Jesús, porque tenía muchos bienes y esos mismos ojos que lo
amaron (cfr. Mc. 10,21), lo vieron marcharse. El seguimiento al que lo llamó Jesús,
consistía no sólo en vender los bienes, es entregar la vida por ÉL y el evangelio,
darse a la experiencia de amor y seguimiento que pasa por la Cruz de cada día. Sin
esta realidad de morir y resucitar diariamente, no se puede ser discípulo del único
Maestro. En su seguimiento el discípulo aprende a descubrir todos los tesoros que
desea para esta vida y la eterna.
Teresa de Jesús sabe lo que significa emprender el camino de la santidad. “Si el
que comienza se esfuerza con el favor de Dios a llegar a la cumbre de perfección,
creo que jamás va sólo al cielo, siempre lleva mucha gente tras de sí”. (V 11,4).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD