XX Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Jueves
Lecturas bíblicas
a.- Ez. 36,23-28: Os daré un corazón nuevo y os infundiré mi espíritu.
b.- Mt. 22, 1-14: El banquete nupcial.
Esta parábola refleja el rechazo a la invitación de Dios a participar en su reino. Este
rechazo está representado por aquellos que sólo confían en sus propias fuerzas, su
justicia, en sus esfuerzos por cumplir meticulosamente la Ley de Moisés, rechazan
en cambio, la novedad del reino de Dios y su justicia. Esta parábola posee
elementos alegóricos, donde el rey es Dios; el banquete de bodas es la felicidad
mesiánica, ya que el Hijo es el Mesías; los enviados son los profetas y los
apóstoles; los invitados que rechazan la invitación son los judíos; los llamados en
los caminos son los pecadores y los gentiles; el incendio de la ciudad, la caída de
Jerusalén. Mateo, redacta la parábola para describir la historia de la salvación: Dios
envía a su Hijo. Las palabras del rey o de Jesús nos deben hacer pensar: “Entonces
dice a sus siervos: "La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos. Id,
pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda."
(vv. 8-9) o la versión de Lucas, es más fuerte la expresión: “Porque os digo que
ninguno de aquellos invitados probará mi cena.” (Lc. 14, 24). El rechazo de la
invitación no había sido sólo a los mensajeros, los profetas, al Hijo, sino también a
Dios Padre. La invitación es a aceptar al Hijo y su mensaje de salvación y la
invitación a la vida eterna. Un segundo momento, es el tema del traje de bodas, se
refiere al Juicio final. Al llamado a la fe, es decir, el hombre que responde, debe ir
acompañado de las obras de la fe. Significa, revestirse de Jesucristo, es la acción
de Dios, de su gracia en el interior del hombre que lo transforma y lo hace criatura
nueva que se ha bautizado (cfr. Is. 61,10; Ap. 19,8; 22,14). Hombre justificado,
hombre santo, fruto de la acción de la gracia santificante; quien no lleve este traje
difícilmente entrará en el banquete de bodas de la eternidad. Final feliz para quien
comprende que la conversión exige despojarnos del hombre viejo y revestirnos en
lo interior del mensaje de la salvación que nos trae Jesús de Nazaret.
La Santa Madre Teresa, tiene la esperanza de alcanzar la vida eterna por la gran
misericordia de Dios que pone en su corazón la confianza en su poder salvador.
“Recuperad, Dios mío, el tiempo perdido con darme gracia en el presente y
porvenir, para que comparezca delante de Vos con vestiduras de bodas, pues, si
queréis, podéis (Mt. 22, 11)” (Excl. 4,2).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD