XX Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Viernes
Lecturas bíblicas
a.- Ez. 37,1-14: Huesos secos escuchad la palabra del Señor.
b.- Mt. 22, 34-40: El mandamiento principal.
El evangelio quiere redescubrir cuál es el mandamiento principal de la ley de Dios,
pregunta que viene de un fariseo, para ponerle a prueba. Los fariseos del tiempo de
Jesús, decían, que todos los mandamientos venían de la Ley, por lo mismo, tenían
el mismo valor, la misma dignidad y fuerza obligatoria. Se distinguía entre los
mandamientos graves y leves. Quizá la intención de los fariseos al hacerle esta
pregunta a Jesús no era otra que hacerle considerar unos mandamientos en lugar
de otros y así acusarle de discriminar algunos preceptos de la ley, es decir, no ser
respetuoso con ella. La respuesta de Jesús no es ninguna novedad: Amor a Dios y
al amor al prójimo. Dos preceptos que en la ley se encuentran separados, pero que
en el tiempo de Jesús ya estaban unidos, y éste se pronuncia por mantenerlos
unidos (cfr. Deut. 6,5; Lev. 19,18). La novedad que aporta Jesús es relacionarlos y
equipararlos. “De estos dos mandamientos penden toda la ley y los profetas”
(v.40). Esta frase alude a la voluntad viviente de Dios, como nos la presenta toda la
Escritura. En estos dos mandamientos están incluidos todos los demás, pero
también se puede afirmar, que todos los mandamientos se reducen a dos. Es una
nueva doctrina, que enseña cuál es el mayor de los mandamientos, pero también
que ellos están incluidos todos los demás. Se libera al hombre de la observancia de
248 mandamientos y 365 prohibiciones, reducido todo ahora a dos; quien los
guarda cumple toda la ley, la verdadera voluntad de Dios (cfr. Mt. 7,12; Gál. 6,14;
Rm.13, 8-10). Toda la aspiración moral del hombre hunde su raíz en al amor. El
hombre fue creado, no sólo para servir a Dios, sino para amarle y obedecerle como
Padre; Dios no quiere esclavos, sino hijos muy amados. Lo mismo el amor al
prójimo, procede de la misma raíz, desde Jesús, se entiende por prójimo es todo
hombre. Este amor al prójimo tiene como modelo al Padre que hace salir el sol
sobre justos e injusto, bueno y malos (cfr. Mt.5, 45). Esto es lo único necesario.
Sólo el amor da sentido a la vida del hombre, y este viene de Dios, por lo tanto, fe
en su Palabra y amor al prójimo, así sabremos si amamos a Dios de verdad.
Teresa de Jesús procura en sus nuevas fundaciones que se cumpla este precepto
del amor a Dios y al prójimo. “¿Qué pensáis, hijas, que es su voluntad? Que
seamos del todo perfectas, que para ser unos con él y con el Padre, como Su
Majestad le pidió (Jn. 17,22), mirad ¡qué nos falta para llegar a esto!...! Acá solas
estas dos nos pide el Señor: amor a Su Majestad y del prójimo es en lo que hemos
de trabajar; guardándolas con perfección, hacemos su voluntad, y así estaremos
unidos con él. Mas ¡qué lejos estamos de hacer como debemos a tan gran Dios
estas dos cosas, como tengo dicho! Plega a Su Majestad nos dé gracia para que
merezcamos llegar a este estado, que en nuestra mano está, si queremos.” (5
Moradas 3,7).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD