Comentario al evangelio del viernes, 29 de agosto de 2014
Estremece la firmeza de Jeremías en la primera lectura: “Cíñete los lomos, ponte en pie y diles lo que
yo te mando. No les tengas miedo, que si no, yo te meteré miedo de ellos”. Y la fiesta que hoy
celebramos, el martirio de Juan el Bautista, es un fiel ejemplo de esta actitud hecha vida.
¡El miedo!, ¡ese gran enemigo del amor y la entrega! ¡Cuántas cosas dejamos de hacer por puro
temor, por cobardía, por dejarnos aplastar con fantasmas que muchas veces ni siquiera llegarían a
hacerse realidad! Juan Bautista no tuvo miedo. Y si lo tuvo, no fue tan grande como para dejar de decir
y hacer lo que sentía dentro de él. Sin duda, como todos en Galilea, era bien consciente de los
enemigos que se estaba ganando. Para unos, “un hombre honrado y santo”; para otros, una piedra en el
zapato, un incómodo recordatorio de lo que no hacemos bien. Y no olvidemos, que al final, es Herodes
(no Herodías), el que lo consideraba un santo, quien ordena ejecutarlo.
En palabras del Papa Francisco, hoy hay más mártires que en los primeros siglos. Quizá ni a ti ni a mí
nos desea nadie la muerte, pero ojalá, que tanto tu vida como la mía, merezcan ser vividas de pie, con
la cabeza alta, con toda humildad y verdad. Que no dejemos de hacer ni decir lo que Dios espera de
nosotros.
Vuestra hermana en la fe, Rosa Ruiz, misionera claretiana
Rosa Ruiz, misionera claretiana