XXI Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Martes
"La Verdad os mantendrá firmes en la fe"
I. Contemplamos la Palabra
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (2,1-
3a.14-17)
Os rogamos, hermanos, a propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y
de nuestra reunión con él, que no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por
supuestas revelaciones, dichos o cartas nuestras, como si afirmásemos que el
día del Señor está encima. Que nadie en modo alguno os desoriente. Dios os
llamó por medio del Evangelio que predicamos, para que sea vuestra la gloria de
nuestro Señor Jesucristo. Así, pues, hermanos, manteneos firmes y conservad
las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta. Que
Jesucristo, nuestro Señor, y Dios, nuestro Padre que nos ha amado tanto y nos
ha regalado un consuelo permanente y una gran esperanza, os consuele
internamente y os dé fuerzas para toda clase de palabras y de obras buenas.
Sal 95,10.11-12a.12b-13 R/. Llega el Señor a regir la tierra
Decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.» R/.
Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos. R/.
Aclamen los árboles del bosque,
delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (23,23-26):
En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos
hipócritas, que pagáis el décimo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis
lo más grave de la ley: el derecho, la compasión y la sinceridad! Esto es lo que
habría que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que filtráis el
mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas,
que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando
de robo y desenfreno! ¡Fariseo ciego!, limpia primero la copa por dentro, y así
quedará limpia también por fuera.»
II. Oramos con la Palabra
SEÑOR, intentar ser cristiano de apariencias es no ser cristiano; querer ser
cristiano sin compasión es no ser cristiano. A mí me pides hoy: que respete el
derecho de los demás, que mi amor sea profundamente compasivo y
misericordioso, que viva el Evangelio con sinceridad. Es el punto de partida para
ser cristiano. Sólo con la ayuda de tu gracia podré ser así. .
III. Compartimos la Palabra
«Nada os turbe, manteneos firmes»
Los tiempos corren y siempre parece que el final está llegando. Hoy parece que
ya el hombre de la iniquidad está entre nosotros y la apostasía nos rodea. Pero
si miramos atrás, veremos que muchas veces a lo largo de la historia se han
dado situaciones similares y aún peores.
Ciertamente hoy es alarmante la lucha contra Dios -y más enconada aún contra
la Iglesia de Cristo- que se ha desatado en nuestro mundo. Se prohíben los
crucifijos en público, se destruyen imágenes del Sagrado Corazón haciendo que
sus trozos bailen colgados de una grúa antes de arrojarlos al suelo, se ríen de la
cruz que llevas al cuello y se cuelgan una invertida en las orejas o en cualquier
parte del cuerpo. Dios ciertamente parece ir en retroceso.
Ante este estado de cosas se me ocurre hacer una pregunta: ¿Cuál es nuestra
postura? Porque puede que nos lamentemos de la increencia que nos rodea,
pero no pongamos nada de nuestra parte para remediarla o combatirla. Puede
que nos irriten los intentos de erradicar la Cruz de los espacios públicos, pero
entra dentro de lo posible que en nuestra casa no haya ninguna a la vista. Puede
que estemos turbados, atemorizados, escondidos… con miedo al ᆱ¿qué dirán?ᄏ”;
ocultando esa cruz o esa medalla que hace unos años lucíamos orgullosos. ¿Será
que han llegado los tiempos del imperio del maligno y estemos retirándonos del
campo de batalla en desbandada?
Pablo nos consuela y ayuda exhortándonos a mantener la fe verdadera en el
Evangelio recibido. El mismo Jesucristo consolará nuestros corazones y nos
confirmará en cuanta obra buena hagamos y en toda palabra santa que se nos
escuche.
«Limpia lo de dentro y quedará limpio lo de fuera»
Un duro capítulo el 23 de Mateo. Va dirigido sin duda a fariseos y escribas, es
decir, a los que creyéndose santos y poseedores de la verdad, la utilizan para
intentar imponerla a los demás.
Corremos el riesgo de pensar que estas palabras van dirigidas a unos personajes
a los que hemos vestido con tintes siniestros, sin pensar que nosotros somos
también los destinatarios de la diatriba. Nosotros, en no pocas ocasiones, nos
transformamos también en oráculos de la verdad, de nuestra verdad, y tratamos
de imponerla a quienes creemos bajo nuestra autoridad, atosigando, creando
una atmósfera irrespirable alrededor de la Palabra.
Es posible que no caigamos en la cuenta de que la Palabra de Dios tiene como
fruto necesario la paz interior y exterior. Es posible que nos empeñemos en
imponer nuestra doctrina que inquieta y desasosiega, contraviniendo el deseo y
la enseñanza recibida del Señor Jesús.
Es también posible que acomodemos nuestro mensaje a los deseos del
escuchante y hagamos de la Palabra que debemos transmitir un mensaje
anodino, sin valor alguno porque será un mensaje vacío, desarraigado de la
verdad.
Tengamos en cuenta cuando hablemos de Dios, con otros o con nosotros
mismos, que el fruto necesario de nuestras palabras deben ser el amor y la paz.
En cualquiera otro caso, estamos equivocados y predicamos una palabra que no
está en la Verdad, en la que tal vez se haya colado en nosotros el enemigo del
que nos hablaba Pablo en la primera lectura.
Sólo así podremos escuchar la invitación del salmista y podremos cantar
jubilosos a la roca que nos salva, al Dios que tiene en sus manos todo el poder.
D. Félix García O.P.
Fraternidad de Laicos Dominicos de Viveiro (Lugo)
Con permiso de dominicos.org