XXII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Javier Balda, C.M.
«El que quiera venir conmigo»
Es Jesús el que va caminando, el que vuelve su rostro, te mira y te dice: “Si
quieres, sígueme”. Es Jesús, camino a la muerte con la cruz sobre los hombres, el
que detiene sus pasos frente a ti y te dice: “Si quieres, sígueme”. Es Jesús
muriendo en la cruz, el que dirige su mirada, llena de amor a tus ojos y a tu
corazón y te dice: “Si quieres, sígueme”.
Seguir a Jesús, estar con él, escuchar su voz, compartir su vida, amar a su amor,
ponerse a su disposición, dejarse guiar por Él, es la respuesta del verdadero
seguidor.
Seguir a Jesús, muy frecuentemente, es caminar no por senderos imposibles, pero
sí imprevistos y de alta dificultad. Si te dejas conquistar por Él no podrás detenerte.
Ni la fatiga, ni el sufrimiento, ni la renuncia, ni nada, te lo impedirá porque Él
siempre permanecerá a tu lado para darte el valor y la fuerza necesaria.
Entusiasmarme ante el Cristo triunfante es halagador, seguir al Cristo doliente no lo
es tanto. A muchos nos gustaría permanecer en el monte de la Transfiguración
pero, ¿Aceptamos subir al monte Calvario con nuestra cruz? “El que no cargue con
su cruz y me siga, no es digno de mí”.
Seguir a Jesús es aceptar que Él es y debe ser EL OTRO de nuestra vida. Seguir a
Jesús es aceptar seguir su camino, compartir su amor. La generosidad de tu
corazón marcará la sinceridad de tu amor. El que ama no se sienta a mitad del
camino, corre detrás del amado. El que ama renuncia a todo y se lanza a la
conquista del amado. El que ama entrega lo que es y lo que tiene en donación
generosa al ser amado.
Por eso, seguir a Jesús sin negarse a sí mismo es imposible. Nadie puede llegar con
Él a la Pascua sin pasar por el Viernes Santo con Él. San Juan XXIII decía: “Al final
de la vida se abre la puerta de la eternidad. Sin la cruz no hay posibilidad de
entrar”.
“Dejar, perder, perderse”, siempre será un drama que puede terminar en tragedia
si no lo hacemos por amor. Por eso a Jesús sólo lo podemos seguir desde el amor.
Si quieres seguir a Jesús; “da lo que tienes en tus manos y en tu corazón para que
puedas poseer lo que hay en las manos y en el corazón de Dios”.
Con permiso de somos.vicencianos.org