XXII Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Miércoles
Lecturas bíblicas
a.- 1Cor.3,1-9: Nosotros somos colaboradores de Dios.
b.- Lc. 4, 38-44: He venido a anunciarles el Reino de Dios.
En este pasaje encontramos tres momentos diversos: la curación de la suegra de
Pedro (vv. 38-39); las numerosas curaciones (vv. 40-41), y la exigencia de
extender el mensaje del reino fuera de Cafarnaúm (vv. 42-44). La suegra de Pedro,
está enferma, Jesús como médico divino se inclinó sobre ella (v. 39), y la sanó.
Luego, ella misma se puso a servirles, con lo que se demuestra la eficacia de la
palabra que vence a la fiebre, nada puede oponerse a la palabra de Dios,
pronunciada por Jesús. La casa de Pedro, se convierte en un nuevo hogar para
Jesús, se le compara a la sinagoga, aquí, como allí, se llevan a cabo por la palabra
de Dios, obras salvíficas. Vemos como la palabra de Dios, se desplaza de la
sinagoga a la casa de los hombres, a su vida. En el tema de las curaciones, Jesús
ofrece a todos la salud, confirmando la acción del Espíritu, que comienza a
transformar la vida de los hombres por medio de la imposición de las manos. Es la
fuerza del Espíritu que sana, con lo que se resalta el interés de Jesús por cada uno,
su bondad para con los hombres (v. 42; cfr. Lc. 4, 18-21). Su acción vence a la
enfermedad y al mal, en la vida de los hombres, salvación y liberación, es un nuevo
modo de vida. El hecho que los demonios lo reconozcan como el “Hijo de Dios” (v.
41), significa que saben que lucha contra todo lo que es sufrimiento y opresión para
los hombres con la fuerza del Espíritu. Jesús no se detiene, sabe que lo que
destruye al hombre, no es de Dios, y lucha por vencerlo. Por otra parte, la gente
quiere retenerle, como si fuera un simple curandero, pero les advierte: “También a
otras ciudades tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios, porque a esto
he sido enviado.ᄏ E iba predicando por las sinagogas de Judea.” (vv. 43-44). Se
produce una reacción contraria a la que vivió en Nazaret, mientras aquí le piden
que se quede, allá querían despeñarlo. Muchos acudían, y todavía acuden a Jesús,
sólo por lo que les puede dar, resolver problemas, dar seguridades, pero no van por
lo que ÉL predica, el evangelio, la fe y su destino final en el reino de Dios; en el
fondo pretenden utilizar a Jesús y el evangelio (cfr. Lc. 10, 15). Con esto no se
quiere decir, que ese modo de acercamiento no sea un primer paso hasta descubrir
al Salvador y Señor de la vida de cada uno. Jesús quiere anunciar el reino en otros
lugares (v. 43), porque quiere llevar la salvación a todos los que esperan palabras
de esperanza, un cambio de vida, porque su evangelio comunica valores perennes
que abren al misterio de Dios y de los hermanos. Su servicio es para todos,
itinerante, por lo tanto, no puede permanecer en un lugar exclusivo, si quiere
predicar el reino de Dios, realidad sobre la cual gira la vida de Jesús. Se marcha de
ese lugar, y sigue su camino.
Teresa de Jesús experimentó muchas veces, la fuerza de la palabra de Dios,
comunicaciones directas del Señor Jesús a su alma: “Quedé… con grandísima
fortaleza…para cumplir con todas mis fuerzas la más pequeña parte de la Escritura
divina. Paréceme que ninguna cosa se me pondría delante que no pasase por esto”
(V 40,2).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD