Pautas para la homilía
XXIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A.
"Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos"
•“Te he puesto de atalaya en la casa de Israel”
La de Ezequiel es la primera idea que nos viene a la mente al escuchar las lecturas
de hoy, quizás por nuestra “deformaci￳n” predicadora. La situaci￳n concreta -con el
anuncio del castigo y la muerte- se nos hace un poco complicada de entender, pero
al fin y al cabo, el profeta nos recuerda que somos la voz necesaria del Padre-
Madre Dios entre nuestros congéneres. Somos atalaya, somos voz, o mejor, somos
megáfono para extender su amor y su perdón a los seres humanos. Esa es nuestra
tarea y vocación que, sabemos de sobra, también es don y responsabilidad.
La frase que vamos a repetir en el salmo nos invita también a escuchar su voz y no
endurecer el corazón. Pero las razones para que obremos de esta forma no son de
contenido moral.
Es cierto que el descubrimiento de un Dios, Padre-Madre presente en mi vida, que
me ama y me ha escogido, me conduce a un comportamiento concreto, en relación
con Él, conmigo mismo y con los demás. Pero no es eso el centro de nuestra fe, ni
mucho menos.
Simplemente “porque nos ama” y “porque él es nuestro Dios y nosotros su pueblo”.
Ese es el porqué. Es importante que avancemos en la comprensión, pero sobre
todo, en la vivencia de nuestra relación con Dios, desde un punto de vista moral,
hacia otro centrado en su Amor y su elección, que es, además, convocación; por lo
que les invitamos a contemplar esta posibilidad también en sus vidas.
•“El que ama a su pr￳jimo tiene cumplido el resto de la ley”
Y es que claro, algo que está enlazado, de forma indisoluble –como la hiedra a la
pared, que dice el bolero–, a esa convocación es, entre otras cosas, entender
también a los demás como hijos e hijas de Dios y por tanto hermanos, y por
supuesto, tratarlos como tales.
El Nazareno nos dejó claro este punto. Todos los mandamientos se resumen en
dos: “Amarás al Se￱or, tu Dios con todo tu coraz￳n, con toda tu alma, con toda tu
mente, con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás al prójimo como a ti mismo.
No hay precepto mayor que éstos” (Mc. 12, 30-31).
Pablo se lo recuerda a la comunidad de Roma y nos anima a vivir de esta forma. Ya
sabemos qué significa y en qué consiste amar al prójimo... No hace falta mucha
más explicación. También es eso, el amor, el que guía la vida de los hermanos que
asumen la corrección fraterna como un instrumento al servicio del crecimiento de la
comunidad. El perdón es otro nombre del Amor, ¿no?
"Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos"
Y la conclusión del día: si somos hijos y hermanos podemos y debemos orar unidos
y con confianza. Porque "si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para
pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en
mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos".
¿A que se le ocurren mil razones por las que elevar los brazos en una plegaria
sincera? ¿A que como aprendimos los niños en la televisión española de los 80,
"solo no puedes, con amigos, sí" es un buen lema para el que cree en el Dios de
Jesús de Nazaret? ¿A qué esperamos?
Comunidad El Levantazo Comunidad El Levantazo
Valencia
Con permiso de: dominicos.org