XXV Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Lunes
Lecturas bíblicas
a.- Prov.3, 27-34: El Señor aborrece al perverso.
b.- Lc. 8, 16-18: La lámpara se pone en lo alto para que alumbre a los de
casa.
Este evangelio quiere hacer resaltar la importancia del conocimiento recibido, con lo
que se afirma que lo que estaba oculto, ha sido puesto a la luz de todos (cfr.
Mc.4,21-25; Mt.5,15; 10,26; 13,12; 25,29). ¿Cómo ha de ser el uso que el
discípulo haga de dicho conocimiento acerca del acontecimiento Cristo Jesús? Hay
tres textos claves que termina con una sentencia: la luz como símbolo de la palabra
de Jesús (v.16); los secretos se conocerán en el futuro (v.17) y una llama a saber
escuchar (v.18).Lucas gusta del símbolo de la luz (cfr.Lc.11, 33. 34. 36; 12, 25;
15,8). La primera sentencia (v.16) se puede entender como una llamada a los
apóstoles a ser luz del mundo (Mt. 5,15); la luz es propia del evangelio de Jesús.
Su palabra ilumina públicamente el camino hacia Dios: el Mesías es como el sol
naciente (cfr. Lc.1, 78-79; 2,32). Dios es fuente de luz, Jesús también es luz,
reverbera dicha luz, pero también los será fruto de la acción de los apóstoles. Hay
una clara referencia misionera que llama a comunicar la luz a quienes todavía no la
han recibido. Cristo es la luz, su palabra está llamada a iluminar la vida de todos los
hombres. Quien ha recibido dicha palabra, debe dejarse iluminar por ella, e iluminar
a su prójimo. La segunda sentencia (v.17), se refiere a los secretos revelados, se
relaciona lo secreto con lo oculto, lo público con ver la luz. ¿Cómo conocer esos
secretos? Los judíos lo esperaban para el final de los tiempos, los cristianos, se
hacen partícipes, dueños de ellos, pero también pendientes de la definitiva
revelación. No sería acertado que los discípulos escondieran dicha luz, lo que se les
ha revelado, lo que ya conocen. La predicación del discípulo de Cristo, es para ser
integrada a su vida de fe (vv. 17-18). Quien recibe este conocimiento debe a su vez
comunicarlo a otro, lo oculto quiere ser manifestado, lo conocido en comunidad
debe ser conocido por los que están fuera del círculo de Jesús. La labor pastoral es
parte esencial del ser discípulo de Cristo. La luz no sólo ilumina la vía del cristiano
hacia Dios sino que posee la capacidad de entrar en el interior del corazón de los
hombres y descubrir su capacidad de respuesta a Dios. Ilumina y descubre secretos
ocultos. La parábola de la semilla (Mt. 8,4-15), nos manda saber escuchar, los
discípulos deben comunicar lo que han oído, es más, deben hacerlo suyo
interiormente. Dios es luz que ilumina para que evaluar la respuesta a su palabra.
La tercera sentencia (v.18), pone el énfasis en el contenido de la escucha y la
adhesión al mismo y en la relación del creyente con Dios. Si esta relación se
mantiene la verá enriquecida, en cambio si la pierde, pierde definitivamente, hasta
lo que creyó poseer. Ese será su castigo, porque en realidad no fue cristiano (v.18;
cfr. Lc.19, 26). Lo importante es la maduración del mensaje recibido, cuidando que
no se pierdan los frutos de la escucha. Son las diversas respuestas que dan los
hombres a la palabra de Dios, sólo algunos alcanzarán la posesión provechosa (cfr.
Prov.9, 9). Conocer el evangelio para trabajar la propia salvación y del prójimo, es
un don de Dios, acrecienta la fe, la esperanza alcanza vuelo de eternidad y el amor
germina primaveras de frutos y abundantes veranos para recoger la cosecha de
gracias y dones en los hermanos convertidos a Cristo y a su Iglesia.
Teresa de Jesús, nos invita a profundizar el conocimiento de Cristo, lo que augura
un aumento de la fe y del amor. “También me parece que anda Su Majestad a
probar quién le quiere, si no uno, si no otro, descubriendo quién es con deleite tan
soberano, por avivar la fe, si está muerta, de lo que nos ha de dar, diciendo:
«Mirad, que esto es una gota del mar grandísimo de bienes», por no dejar nada de
hacer con los que ama, y como ve que le reciben, así da y se da. Quiere a quien le
quiere; y ¡qué bien querido, y qué buen amigo! ¡Oh Señor de mi alma, y quién
tuviera palabras para dar a entender qué dais a los que se fían de Vos, y qué
pierden los que llegan a este estado y se quedan consigo mismos! No queréis Vos
esto, Señor; pues más que esto hacéis Vos, que os venís a una posada tan ruin
como la mía. Bendito seáis por siempre jamás.” (Vida 22,17).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD