Domingo XXIX Tiempo Ordinario Ciclo A Emilio Betancur cada semana.
DIOS ES DIOS EL CESAR NO ES DIOS.
Mateo en el capítulo 17, 24-27 ya había orientado los impuestos diciendo que
los creyentes expresaban con ellos su situación de extranjeros en camino al
cielo; y no su pertenencia al imperio romano pagando impuestos.
Los partidarios de Herodes, los herodianos, no podían estar en contra de los
impuestos a su emperador; y aceptar el pago de impuestos a los hijos de los
fariseos era reconocer el sometimiento al imperio romano, algo contrario a la
voluntad de Dios. Lo que quieren saber es si pagar impuesto al emperador está
permitido por Dios.
Como la pregunta era una trampa, los fariseos enviaron a sus discípulos para
ellos no tener que encontrarse directamente con Jesús. “Maestro sabemos que
eres sincero y enseñas con verdad el camino de Dios, y que nada te arredra,
porque no buscas el favor de nadie, dinos pues que piensas: ¿Es lícito pagar o
no pagar tributo al Cesar? (evangelio). Cuanto les hubiese servido si la
pregunta hubiera sido sincera.
Conociendo Jesús la malicia de sus intenciones, les contestó: hipócritas, ¿Por
qué tratan de sorprenderme? muéstrenme la moneda del tributo”. Lo
lícito para Jesús es dar al Cesar lo que es del Cesar, es decir, lo que le
pertenece y se le debe; y a Dios lo que es de Dios, la obediencia en la fe y el
seguimiento.
El solo uso de la moneda con la efigie del emperador, llena de símbolos
políticos y religiosos ya denotaba una dependencia de roma; Jesús no tenía
monedas romanas por ser pobre.
SOMOS IMÁGENES DE DIOS
El Cesar podía imprimir su imagen sobre las monedas para ganar dinero pero
no imprimirlas sobre el hombre por ser imagen de Dios. La moneda del
impuesto llevaba acuñada la efigie del emperador a quien pertenecía; en
cambio el hombre lleva en el alma la imagen de Dios como signo de su
pertenencia; “Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó;
varón y hembra los creó” (Gen 1,27). “Yo te he llamado por tu nombre y tú me
perteneces” (Si 43,1) No es poca la distancia y diferencia entre Roma,
destrucción del hombre; y la creación del hombre por el poder de Dios en el
Génesis.
Si bien es cierto que el Cesar tiene derecho a recaudar impuestos, el corazón
del hombre solo pertenece a Dios. Del César es el dinero mal logrado que
significa la moneda de los impuestos; pero de Dios es el hombre como su
proyecto de ser humano; la moneda del emperador deshumaniza; en cambio
para un creyente en la realización de lo humano es donde se puede encontrar
a Dios que se humanizó en Jesús. Así que el hombre como imagen de Dios no
puede quedar sometido a la esclavitud de ningún Cesar. No es que el Cesar y
Dios se compartan derechos sobre el hombre sino que el único dueño del
hombre es Dios. Esta convicción la confirma Pablo en la carta a los
Tesalonicenses cuando dice: “Nunca perdemos de vista, hermanos muy
amados de Dios que Él es quien nos ha elegido” (Segunda lectura).
UN POLÍTICO UNGIDO POR DIOS
Hay algo inaudito en la historia de salvación de Israel; el hecho de que Yahveh
escoja a un rey extranjero, laico político, para salvar a Israel y lo llame “ungido”
por la misión que le confía. Ciro supo responder a Dios en sus acciones políticas
para procurar el retorno a la tierra prometida: “Te llamé por tu nombre y te di
un título de honor, aunque tú no me conocieras .Yo soy el Señor y no hay
otros; fuera de mí no hay Dios. Te hago poderoso aunque tú no me conoces,
para que todos sepan que, de oriente a occidente no hay otro Dios fuera de mí
.Yo soy el Señor y no hay otro” (Primera lectura)
La figura de Ciro, como escogido de Dios, responde a una suspicaz lectura del
evangelio de hoy a partir del cual se le quiere separar a Dios de la vida pública,
dejando la sociedad civil al margen de la fe y en manos del Estado y la política.
No es que lo religioso sea el tema de Dios y lo político un asunto único del
estado; tampoco se trata de dos poderes en lucha porque Dios es Dios y el
Cesar la política y el Estado, no son Dios; pero “hay que dar a Dios lo que es
de Dios y al César lo que es del Cesar. “Permítenos vivir en amistad Señor”.
Padre Emilio Betancur Múnera