Pautas para la homilía
XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A.
Muchos son los llamados y pocos los escogidos
Lo primero que hay que tener en cuenta es a los destinatarios de esta parábola: los
sacerdotes y senadores. No está dirigida, ni al pueblo llano ni a los discípulos. Es
importante este detalle para enfocar bien la explicación y aplicación a la vida real
en las comunidades cristianas, teniendo, al mismo tiempo presente, lo que se nos
dice en la “Alegría del Evangelio”: Esta salvación, que realiza Dios y anuncia
gozosamente la Iglesia, es para todos, y Dios ha gestado un camino para unirse a
cada uno de los seres humanos de todos los tiempos. Ha elegido convocarlos como
pueblo y no como seres aislados.
Un proyecto de salvación definitiva.
A través de la profecía de Isaías se ofrece a Israel la posibilidad de abrirse a este
generoso proyecto de salvación, que se concreta en la festiva experiencia de
salvación para todos los pueblos. Una profecía cargada de esperanza que genera
alegría desbordante. Dios ha gestado la salvación para todos. Así lo afirma el
profeta, en este texto precioso que ha sido proclamado. Una salvación que llega a
lo hondo de todo ser humano y transforma todas las estructuras.
Usa tres verbos: Preparará, arrancará, enjugará. Se trata de la ejecución del Plan
diseñado desde antiguo. A través de la imagen del banquete, como expresión
contundente de la Fiesta: suculencia, solera, “manjares enjundiosos y vinos de
solera”. Se ofrece lo mejor. Y para que nada quite protagonismo a la fiesta, toda
sombra de muerte, angustia, dolor y frustración es arrancada. No caben en esta
fiesta. Es más esta fiesta acaba con todo eso. Y para la desolación que sumerge al
ser humano en la desesperanza, llega el consuelo. Todo ser humano será consolado
y tendrá la oportunidad de experimentar la cercanía de un Dios que está a favor del
hombre. Siempre a su favor. Siempre confortando. Por eso dirá: “celebremos y
gocemos”. Una llamada a gozar todos, universal, sin exclusión alguna. “La mano del
Señor se posará sobre este monte”.
Pablo nos ofrece su experiencia de la salvación vivida en medio de la
abundancia o la precariedad.
Hay una presencia alentadora, salvífica. El dirá: “mi Dios proveerá a todas vuestras
necesidades”. Dios siempre sale al frente para todo y lo hace entregándonos toda
su riqueza en Jesús. Nuestra riqueza es Cristo, si lo tenemos a Él, todo lo podemos
transformar con ÉL. La Comunidad cristiana no tiene nada más importante que
compartir.
Mateo, en sintonía con el texto de Isaías nos sitúa en el contexto de un
“banquete festivo”.
Dirigida la parábola a los sacerdotes y senadores, denuncia el olvido, nula
valoración y perversa actuación de quienes, ni entran ni permiten entrar. Los
dirigentes, son los retratados en la primera parte. Luego, como la voluntad de
salvación es definitiva, se invitará a todos los excluidos, los olvidados, los que han
sido abandonados. El banquete es para todos y tienen cabida en él todos, sin
excepción alguna. Esa es la voluntad de Dios manifestada en Jesús. Todos
convocados y todos regalados con traje de fiesta. El simbolismo del traje remite a
asumir el proyecto de vida de Jesús y como Jesús es la Fiesta, solamente
identificándonos libremente con Él, se vivirá el gozo del banquete preparado para
todos. Cuenta la decisión de cada uno, llamado a valorar la invitación y lo que se
nos ofrece. Nada es impuesto y todo es ofrecido. Se puede aceptar o no. Eso ya
corre por cuenta de cada uno.
Frailes Dominicos
Comunidad de Almería
Con permiso de: dominicos.org