COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires – ciclo 2014)
Domingo 26 de octubre de 2014 – Trigésimo del tiempo ordinario.
Evangelio según San Mateo 22, 34-40 (ciclo A)
Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los
saduceos, se reunieron con Él, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le
preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento más
grande de la Ley?". Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo
tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y
el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu
prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la
Ley y los Profetas".
EL AMOR NO ES ABSTRACTO, ES CONCRETO
Es importante que nos demos cuenta que nunca Dios nos separa de los
hombres, pero sí que hay una jerarquía, un orden, una subordinación; y el
amor de Dios nos lleva a amar a los demás.
Es muy difícil amar a Dios y a los demás si no nos amamos a nosotros
mismos. Eso es una realidad personal. Por eso Dios nos ha creado a imagen
y semejanza suya, constituyendo esto una vocación personal, intransferible
porque no se puede pasar a los demás, es propio. Nosotros, como sujeto,
tenemos que amar a Dios -que es el primero y principal- y saber amar a
nuestros hermanos.
El encuentro con Dios renueva y perfecciona la atención, el cuidado y la
solicitud hacia los hombres: conocer al hombre para amar a Dios, amar al
hombre para amar a Dios. No hay dicotomía ni separación, sí una distinción.
El SER primero y el HACER, el interior de cada uno y lo externo. La oración
y la vida. La teoría y la praxis. La fe, que nos lleva a la obra, y Dios que nos
lleva al prójimo.
Pero tenemos que hacer síntesis y en la sociedad moderna que vivimos, en
lugar de hacer síntesis, vivimos fragmentariamente; nos vamos
atomizando, individualizando, nos tornamos indiferentes. Estamos
aislándonos, como en un rompecabezas. A través de los medios estamos
informados pero no necesariamente estamos comunicados.
Muchas veces la presencia de Dios fue sacada de nuestras vidas: de las
escuelas, de las familias, de los compromisos civiles, incluso hasta de la
Iglesia -a veces- se saca a Dios. Si sacamos a Dios de todos lados, no
tenemos garantía ni respeto de los demás. ¡Qué importante es hacer
síntesis!
Lo esencial de nuestra vida es vivir en el amor. El misterio de Dios en el
misterio del hombre se sintetiza, se concentra, en el amor. La vocación
suprema de una persona es el amor, no es tener bienes, no es el
consumismo, ni los placeres, ni los poderes, no es el dinero. Es el amor de
Dios en el amor a nuestros hermanos.
Hermanos, que tengamos síntesis para tener unidad. Esto es fundamental
porque si hay unidad de vida, inteligencia, voluntad y corazón, hay alegría y
paz. Pero si hay dicotomía o esquizofrenia hay división entre la inteligencia,
la voluntad, el corazón y se pierde la paz; se entra en el caos, la tristeza, la
angustia, la ansiedad, la inseguridad y el disgusto.
Que al amor de Dios y el amor a Dios nos lleve a amar al hermano y
tengamos la capacidad de amar por obra concretamente; porque el amor no
es abstracto, es lo más concreto.
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén