FERIA PRIVILEGIADA
DÍA 21 DE DICIEMBRE
Las palabras del ángel en la Anunciaci￳n son el motivo de esta visita: “Ahí
tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo,
y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay
imposible” (Lc 1, 36-37). El evangelio de hoy nos recuerda el gesto de amor
de la Santísima Virgen, que llevando en su seno al Hijo de Dios, va a la casa
de Isabel para ayudarla y proclamar las maravillas de la misericordia de
Dios: la cercanía del Salvador provoca el júbilo y la alegría incluso en Juan
todavía en el vientre de Isabel.
María se puso en camino, nos dice el Evangelio, desde Nazaret en la Galilea
hacia un pueblo de Judá, en la montaña, que según los estudiosos, bien
podía ser la actual Ain-Karim, cercano a Jerusalén .
“ᄀDichosa tú, que has creído!, porque lo que te ha dicho el Se￱or se
cumplirá”. Estas palabras de Isabel, dirigidas a su prima María, bien pueden
ser el mensaje central en la liturgia de hoy. En la Anunciación María inicia
su peregrinación de la fe.
Ante el anuncio de que iba a ser madre, María pregunt￳: “﾿C￳mo será eso,
pues no conozco var￳n?”. Ella, sin dudar de la posibilidad de su
cumplimiento, quiere solamente conocer la forma de su realización. "Buscó
el modo; no dudó de la omnipotencia de Dios" (San Agustín). Jesucristo
Nuestro Se￱or “fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo. Naci￳ de
Santa María Virgen”.
La cercanía del Mesías Salvador (“en medio de ti”) produce gozo y alegría:
“grita de júbilo, Israel” (lectura del Profeta Sofonías). Hasta Juan Bautista
“salt￳ de alegría” en el vientre de Isabel. “Juan fue el primero en
experimentar la gracia, se alegró a causa del misterio, sintió la presencia
del Hijo” (San Ambrosio). Después como Precursor anunció la buena noticia
de la cercanía del Salvador. Decía Benedicto XVI: “La alegría cristiana brota
de esta certeza: Dios está cerca, está conmigo, está con nosotros, en la
alegría y en el dolor, en la salud y en la enfermedad”. La "cercanía" de Dios
no es una cuestión de espacio o de tiempo, sino de amor, porque el amor
acerca y une.
“En el mismo Dios, todo es alegría porque todo es un don” (Pablo VI). El
Dios-amor es alegría infinita y eterna. Dios no se encierra en sí mismo.
Comparte el gozo de su amor eterno. Él es el motivo, la fuente y la causa
de nuestra alegría. Siempre responde a nuestras aspiraciones. Goza con
nosotros, en nosotros y por nosotros. Nos hace partícipes de su alegría
eterna. Nos ha creado para una felicidad plena y total. “La alegría cristiana,
al igual que la esperanza, tiene su fundamento en la fidelidad de Dios, en la
certeza de que Él mantiene siempre sus promesas” (Papa Francisco).
Dios habita en quien le ama a Él y al prójimo. Y donde está Dios hay
alegría. El cristiano es feliz porque nunca está solo. Sabe que Dios está
siempre a su lado. Como amigo fiel, en la alegría y en el dolor. “El Se￱or
está más cerca de nosotros que nosotros mismos” (San Agustín). La alegría
es elemento central del ser cristiano.
La alegría está unida al amor: Amar da alegría, y la alegría produce amor.
La alegría del amor nos impulsa a compartirla. No podemos ser felices, si
los demás no lo son. “Todo creyente tiene la misi￳n de testimoniar la
alegría” (San Juan Pablo II) Hemos de ser misioneros de la alegría. Una
alegría se debe comunicar. La alegría, por su propia naturaleza, debe
irradiarse.
Aquel encuentro fue un acontecimiento salvífico. Isabel sintió la alegría
mesiánica. La exclamación de Isabel "a voz en grito" manifiesta un
verdadero entusiasmo religioso, que resuena, a lo largo de los siglos, en los
labios de los creyentes. "¡Feliz tú que has creído!”. La grandeza y la alegría
de María nacen de su corazón creyente.
La alegría del pueblo cristiano por la venida del Hijo de Dios “en carne
mortal” se proyecta más allá de esta vida hasta el reino eterno, cuando de
nuevo Cristo venga con gloria” (colecta).
MARIANO ESTEBAN CARO