Primer semana de Adviento
SÁBADO
Todas las profecías anteriores nos han hablado de la trasformación que Dios está
obrando y seguirá obrando hasta su plenitud en la historia humana. Hoy
aparece en la profecía de Isaías lo que podemos considerar como la raíz de toda
la fuerza trasformadora del mundo: el perdón .
El núcleo del anuncio profético de hoy está en las palabras finales: “ Será la luz
de la luna como la luz del sol meridiano, y la luz del sol meridiano será
siete veces mayor ―con luz de siete días― el día que vende Yahveh la
herida de su pueblo y cure la contusión de su golpe ” (v.26).
El profeta Isaías compara al pecador perdonado con una luna que irradia con la
intensidad del sol y con un sol cuya luminosidad es siete veces mayor a la
normal. Así es como emerge desde dentro ―con nuevas energías― el hombre
sanado hasta el fondo de su oscuridad por medio la experiencia del perdón de
Dios.
¡Qué maravilla cuando se descubre y se experimenta el perdón de Dios! Veamos
el itinerario de la profecía de hoy:
1. El fin del tiempo de las lágrimas (vv.19-21)
Cuando uno está en pecado se le cierran los horizontes; con sus decisiones
equivocadas, cada uno se atrae sus propios males. El perdón es la base de una
nueva fuerza de crecimiento, como bien había profetizado Isaías: “ Por la
conversión y calma seréis liberados, en el sosiego y seguridad estará
vuestra fuerza ” (v.15).
Pero el pueblo no tomó en serio estas palabras, por eso el profeta recrimina:
Pero no aceptasteis ” (30,15b). Con su actitud, la gente se echa encima las
consecuencias de su errada decisión, que la profecía describe en términos de
castigo y cuyo daño no es distinto del que el hombre se ha provocado a sí mismo
(vv.16b-17).
Pero Dios no soporta ver al hombre en esa situaci￳n: “ Sin embargo aguardará
Yahveh para haceros gracia, y así se levantará para compadeceros
(v.18). A Dios le duele el sufrimiento de su pueblo (ver Ex 3,7). Por eso Dios se
inclina misericordiosamente ante el hombre para darle la mano.
Así el profeta vuelve a levantar su voz para anunciar que el tiempo del castigo
va a terminar, que viene el tiempo del perdón, en el que el pueblo resurge
renovado.
En perdón se dan cita dos actitudes, la de Dios y la del hombre:
Por parte de Dios se enfatiza su prontitud. Es suficiente el clamor de su
pueblo que gime bajo el peso de su pecado: “ Ya no van a llorar más, el
Señor se apiadará de ti al oír tu clamor; apenas te oiga, te
responderá (v.19).
Por parte del hombre se enfatiza la apertura y la docilidad para darle un
giro a la vida dejándose orientar por la llamada de Dios, quien es
“Maestro” de vida: Con tus propios ojos verás a tu Maestro y oirán
tus oídos una llamada a la espalda , que te dirá cual es el camino
que debes seguir (vv.20b-21) .
Una imagen sugerente aparece: Dios va delante y se coloca en las encrucijadas
indicándole al caminante la ruta que debe seguir (v.21b).
Llama la atención el hecho de que se saque provecho de la experiencia negativa,
porque en medio del sufrimiento se aprende a descubrir un sentido, esto es, se
“escucha” y se “capta” c￳mo el Se￱or está presente en nuestro caminar guiando
nuestro proyecto de vida, revelándose a sí mismo desde el fondo oscuro de
nuestra fe.
Con todo, el profeta no pierde el realismo, porque a pesar de que se ha
descubierto el rostro y los caminos de Dios, todavía hay sufrimientos que
acompa￱an al hombre. Por eso dice: “ Aunque el Señor os dé el agua tasada
y el pan medido, ya no se esconderá tu Maestro ” (v.20ª; para esta frase
seguimos la traducción de Luis Alonso Schökel).
2. El comienzo de un nuevo tiempo de bendición (vv.23-26ª)
El hombre se encuentra ahora en una nueva situación, su base es la comunión
con Dios. Pero para el profeta no es suficiente decir que se ha entrado en una
vida nueva en la que se vive según Dios, también es importante anunciar en qué
es lo que ella le trae de nuevo y de bueno al hombre.
En síntesis, en la vivencia del perdón-sanación se renuevan las bendiciones de
Dios. El profeta lo describe con imágenes fuertes que evocan la potencia de la
vida. Los versículos 23 a 26 observan cuidadosamente la potencia de la vida
desde su expresión más pequeña en una semilla que brota en su sementera,
hasta el hombre ―culmen de la pirámide de la creaci￳n― que pone a desarrollar
todas su potencialidades.
La dinámica de la lectura, en esta parte, consiste en visualizar el proceso:
Primero aparecen los campos . Sobre ellos Dios hace llover y cada grano que
se encuentra en la sementara revienta para dar lo mejor de sí mismo
(30,23a). El grano se vuelve trigo y el trigo se vuelve pan de buena calidad
(“ pan pingüe y sustancioso ”).
Luego, sobre ellos, vemos aparecer a los animales : (1) las ovejas (ganado
menor) están pastando la hierba que acaba de germinar; (2) los bueyes y los
asnos (ganado mayor) ya está recogido en el establo comiendo su forraje
(30,23b-24). También aquí se destaca la cantidad y la buena calidad del
alimento (“ pastizal dilatado ” y “ forraje salado ”).
Finalmente aparece lo que genera vida: el agua y la luz . Sobre los campos
poblados de animales escrutamos un poco más el paisaje y vemos las cimas
de los montes convirtiéndose en estanques de agua (“ aguas perennes ”,
v.25ª), garantizándose así el agua por mucho tiempo. Y todavía más arriba,
en el cosmos, vemos la luna y el sol dilatando su capacidad iluminativa para
que surja la vida y se sostenga por mucho tiempo (“ la luz del sol siete
veces mayor ”, v.26ª).
Pero no se trata de una simple descripción de la naturaleza, sino de toda la
potencia de vida que trae el tiempo de perdón: la trasformación del hombre es la
trasformación del mundo entero.
3. La raíz de todo es el perdón (v.26b)
Encontramos una imagen fuerte al final: al tiempo que caen las torres enemigas
(v.25b), es curada la herida de su pueblo (v.26).
El camino de crecimiento, en los caminos del Señor, es al mismo tiempo un
camino en el que se suman todas sus bendiciones. El perdón es como una
curación que da una nueva fuerza de vida.
Y esta profecía se realiza en Jesús (Mateo 9,35-10,1.6-8)
El evangelio nos anuncia a Jesús como MESÍAS MISERICORDIOSO que realiza
esta obra de curaci￳n de su pueblo “ vejado y abatido como ovejas que no
tienen pastor ” (v.36). Con la venida de Jesús termina el tiempo de las lágrimas
y comienza el tiempo de la bendición en la que el pueblo es socorrido por
muchos y buenos líderes que reúnen “ las ovejas perdidas de la casa de
Israel ” (v.6). Ellos, en nombre de Jesús y despojados de cualquier interés
propio, proclaman la proximidad del Reino de Dios y sanan los sufrimientos del
pueblo (vv.7-8). En Jesús y sus mensajeros la misericordia de Dios que
responde al clamor de su pueblo es patente.
Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón:
Hoy estamos ante una de las expresiones más concretas de la fe, de la cual
hablábamos ayer. En estos días, pensemos no sólo en los regalos y tarjetas que
esperamos que nos den los amigos y familiares en la Navidad, pensemos más
bien en lo que el Se￱or nos quiere dar ―el regalo que mejor responde a lo que
está necesitando nuestro coraz￳n―, el cual nos llevará a dar regalos nacidos del
fondo de coraz￳n a las personas que nos rodean: “ Gratis recibisteis, dadlo
gratis ” (Mateo 9,8). El mayor de todos los regalos es el perd￳n y para ello
“viene” el Se￱or. Desde lo más profundo de nuestro ser serán liberadas nuevas
fuerzas de vida que atraerán muchas bendiciones sobre los que nos rodean
cuando el Se￱or “ sane nuestras heridas ”.
1. ¿De qué necesito ser sanado? ¿Cuál es la causa de mi pecado? ¿Cuáles son
las consecuencias de mi pecado?
2. ¿Cómo me estoy preparando para hacer en estos días del Adviento una buena
confesión de mis pecados en la celebración de la misericordia que me ofrece la
Iglesia por medio de sus mensajeros?
3. Y puesto que no se trata solamente de recibir, ¿qué puedo hacer en estos días
por los que más sufren física y espiritualmente, de manera que mi vida sea una
imagen viva de la cercanía misericordiosa de un Dios a quien le duele el
sufrimiento de todas las personas?
Padre Fidel Oñoro CJM