Pautas para la homilía
II Domingo de Adviento, Ciclo B.
“Esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva donde habite la justicia”
En las pautas se decía que el tiempo de Adviento es el tiempo del protagonismo de
los profetas. Y profetas somos nosotros. Una de las características del profeta es su
esperanza activa que se traduce en lucha por la igualdad y en la práctica de la
compasi￳n. “Viviremos cristianamente el adviento si sabemos pasar del pesimismo
a la esperanza siempre reconocida. Y podremos dar ese paso si tratamos de luchar
denodadamente por la igualdad entre los seres humanos y por ser todos
precursores como el Bautista” (González Faus, José Ignacio ; Homilética 2014-
6,pág 5). Esperanza activa en el “Luchar denodadamente por la igualdad”(o por la
“equidad”, como suele decir el Papa Francisco) es lo que nos podíamos proponer en
este Adviento junto con la práctica del consuelo (primera lectura) y de la
compasión. Adviento no es solo la Navidad que vino sino la que tenemos que hacer
llegar cada día hasta que la paz, la igualdad, la justicia y el bienestar abarquen a
todos los pueblos. El Papa Francisco en su discurso en la Conferencia Internacional
de la FAO (19 de Noviembre) lo record￳ también: “Las personas y los pueblos
exigen que se ponga en práctica la justicia; no sólo la justicia legal, sino también la
contributiva y la distributiva”.
La lucha denodada por la igualdad
"En todo el mundo conviven unos niveles de riqueza absurdos con la pobreza más
desesperada. Las diferencias entre ricos y pobres están aumentando rápidamente y
la desigualdad económica ha alcanzado niveles extremos" (Informe de Intermón-
Oxfam del 30 de Octubre de 2014) Según el mismo informe, las causas de la
desigualdad son principalmente dos: "el fundamentalismo de mercado y el
secuestro democrático por parte de las élites". "La influencia y los intereses de las
élites políticas y económicas han reforzado la desigualdad. El dinero compra el
poder político, que los más ricos y poderosos utilizan para afianzar aún más sus
injustos privilegios". Por ello, Oxfam considera que los Gobiernos deben rechazar
este "fundamentalismo de mercado" como primer paso para reducir la desigualdad,
"oponiéndose a los intereses particulares de las élites poderosas, cambiando las
leyes y sistemas que han provocado la actual expansión de desigualdad y
adoptando medidas para equilibrar la situación a través de la introducción de
políticas que redistribuyan el dinero y el poder".
La desigualdad también existe a nuestro lado:
- En España, las 20 personas más ricas poseen tanto como el 30% más pobre (14
millones de personas).
- El 1% de los más ricos de España poseen tanto como el 70% de los españoles
(menos de medio millón de personas frente a 32,5 millones de ciudadanos).
- Tres españoles acumulan una riqueza que es más del doble que la del 20% más
pobre de los ciudadanos (más de 9 millones de personas).
- En el último año, las 20 personas más ricas de España incrementaron su fortuna
en 15.450 millones de dólares (más de 1,7 millones por hora), acumulando una
riqueza de 115.400 millones de dólares.
Los “profetas” no podemos quedarnos al margen de toda esta problemática a la que
se suma –en palabras del Papa Francisco-“el cáncer social de la corrupci￳n
profundamente arraigada en muchos países, en sus gobiernos, empresarios e
instituciones cualquiera que sea la ideología política de los gobernantes” (EG 60).
En el momento actual tenemos que apuntarnos a todas aquellas iniciativas que
surgen a nuestro alrededor para obligar a los gobiernos a promover una vida más
digna para todos: sanidad, educación, vivienda, alimentación, trabajo.
Principalmente las iniciativas políticas, las movilizaciones de la sociedad civil, las
manifestaciones denunciadoras de la situación de desigualdad, los movimientos en
pro de la instauraci￳n de una “renta básica”…. Y juntamente con las iniciativas de
“promoci￳n”, también podríamos apuntarnos a iniciativas “asistenciales” que se
puedan llevar a cabo en nuestras parroquias y barrios. Las comunidades cristianas
también tenemos ahí un campo de oro para hacer realidad aquellas palabras del
libro de los Hechos (2,42-47): “Los creyentes estaban todos unidos y poseían todo
en común. Vendían bienes y posesiones y las repartían según la necesidad de cada
uno”. Seguramente tendremos la oportunidad de participar en alguna “campa￱a de
Navidad” que busque llevar algo de alegría tanto en nuestro territorio como en
América Latina o África, continentes tan castigados por la desigualdad. Y será
también el momento de preparar una Navidad más centrada en lo esencial: la
vivencia de los valores de Jesús. Una Navidad menos centrada en el consumo
irresponsable que nos ofrece nuestro entorno.
La práctica del consuelo
Otra de las características de los profetas nos la ofrece hoy también el Segundo
Isaías: “Consolad, consolad a mi pueblo…. El Se￱or llega… Es como un pastor que
apacienta su reba￱o… lo reúne, toma en brazos los corderos y hace recostar a las
madres”. El profeta no solo denuncia los abusos de los poderosos y anuncia tiempos
mejores, sino que está junto al pueblo oprimido levantándole (promocionándole) y
llevándole consuelo. Los que celebramos la Navidad en los años después de Cristo
no vivimos a oscuras. Tenemos a nuestro lado al Gran Compañero y Profeta Jesús
que nos dej￳ sus palabras y su testimonio de “buen pastor” para ir preparando la
llegada de su Reino. Tenemos a nuestro lado testigos como el Papa Francisco que
nos dice: “salir de la propia comodidad, y atreverse a llegar a todas las periferias”
(EG 20)” “La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que
primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan (EG 24).
Festejar Navidad, sí. Pero si antenos involucramos en la práctica de la
igualdad y el consuelo.
En este tiempo de Adviento también necesitamos potenciar la cercanía, el consuelo,
el cariño, el diálogo con los que están cerca, con nuestras familias. Pero también es
tiempo de practicar esos valores en nuestras comunidades parroquiales. Y aún
más: llegar a otras personas, en la calle, en el mercado, en el paseo, en el
ascensor... Estamos necesitados de comunicación y diálogo cada día más; con las
redes sociales y también sin ellas, cara a cara.
Otra cosa más: festejar. Son días muy propios los del Adviento para tener una
buena celebración del perdón acompañada de un buen rato de compañía y
convivencia. Son días también de preparar con esmero nuestras celebraciones
dominicales, hacerlas más participativas y dejar que en ella afloren “los gozos y las
esperanzas, las tristezas y las angustias…” (Vaticano II: Gaudium et spes)
Fr. Manuel Sordo O.P.
Casa del Stmo. Cristo de la Victoria (Vigo)