I Domingo de Adviento, Ciclo B
Luis María Martínez Sanjuan, C.M.
¡Eh! No te descuides.
Tanto y tanto manejar el Evangelio, te puede pasar… Te lo sabes, pero ﾿lo vives?
Lo que les dijo a sus discípulos te lo dice a ti: Hay que vivir vigilantes, que para lo
que quieres, ya te espabilas… Y no lo olvides: tienes un montón de talentos de
“donecillos” (eso dice san Pablo y yo lo creo; porque en Corinto había más de un
cabritillo y algunos se dormían en los laureles). También en… tu casa, tu parroquia,
tu pueblo… [ᄀY qué; eso nos va a hacer abandonar!]
Así que desarrolla tus donecillos; no los entierres. Y los que no tengas tú; los tiene
alguien a tu lado (¿no es así, san Pablo?): Admíralos, acéptalos, mira todo el bien
que hay a tu alrededor.
Y aunque estemos al comienzo, la cuestión está en perseverar. Eso decía una sor a
sus sobrinos (y yo lo oía): “preseverancia”, sobrino, “preseverancia”. Pero resulta
que sus sobrinos no perseveraron. Así que tú, por si acaso, ¡¡espabila!!
Y no lo olvides: Vigilancia y esperanza son dos palabras complementarias. Vigila
quien espera. No vigila quien sólo quiere vivir al día, el pasota, quien sólo piensa en
gozar del presente, el que dice comamos y bebamos que mañana moriremos. Pero
tampoco quien abandona y no tiene ᆱpreseveranciaᄏ… No vigila en definitiva quien
no se agarra a Él pase lo que pase… Porque Cristo es el que era, el que es y el que
viene.
Cuando te vea, no olvides que estoy vigilando, a la espera de darte un abrazo, que
hace tiempo que no nos vemos. Con mi esperanza: Luis Mari
P.D. Aunque en adviento se ponen velas, velad no quiere decir “poner velas”,
aunque se le parezca. Y ten en cuenta que la Palabra del domingo es mucho más
rica que lo que se dice aquí.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)