DOMINGO II DE ADVIENTO CICLO B.
NECESITAMOS BUENOS PRECURSORES.
Si Marcos relaciona la buena noticia con el segundo Isaías està hablando de una
victoria sobre todo los falsos caminos para encontrar a Dios: “Sube a lo alto del
monte, mensajero de buenas nuevas para Sion; alza con fuerza la voz tú que
anuncias noticias alegres a Jerusalén. Alza la voz y no temas, anuncia a los
ciudadanos de Judá: Aquí está su Dios. Aquí llega el Señor lleno de poder, el
que con su brazo lo domina todo. El premio de su victoria lo acompañan y su
trofeo lo antecede” (primera lectura)
Solo un camino allana la búsqueda de Dios: Jesús. Como camino, verdad y
vida; tener los mismos sentimientos de Jesús es tener el camino para seguirlo y
conocerlo.
Una de las cosas más interesantes de este camino es que no se hace en el
templo sino en el desierto; es decir que el camino es más profano que sagrado,
no es camino de la moral sino de la ética de la compasión.
El principio fundamental de la buena nueva es Jesús, Cristo el Mesías prometido
por Dios a este país y al mundo como su pueblo; nosotros como Juan Bautista
tenemos la misi￳n de preparar el camino del liberador: “preparen el camino del
Se￱or, enderecen sus senderos”. Es una lectura del éxodo desde Jesucristo. El
desierto es un lugar de prueba, de intimidad con Dios, camino de liberación de
Egipto a la tierra prometida. Juan en el desierto anuncia el nuevo éxodo que va
a tener lugar en Jesús.
ES POSIBLE UNA NUEVA CREACIÒN.
Este camino es tan original e incipiente que se relaciona con el Génesis (1,1);
pero con una diferencia, Jesús es el comienzo de la nueva y verdadera creación.
Quienes han tenido la experiencia de Jesús en su corazón saben que es una
nueva creación, hombre nuevo y cielos nuevos: “Pero nosotros confiamos en la
promesa del Señor y esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en que habite
la justicia. Por tanto queridos hermanos, apoyados en esta esperanza, pongan
todo su empeño en que el Señor los haye en paz con El, sin mancha ni reproche”
(Segunda lectura)
La buena noticia de Jesús equivale a la buena noticia que es Jesús. Además era
una buena nueva en cuanto llegaba al duro mundo romano del siglo primero;
entonces ¿cómo puedo serlo hoy si la desvencijada sociedad nuestra si se abre a
la novedad del evangelio? ¿Qué significan las palabras “no desatar las sandalias
y el que bautiza con Espíritu Santo?
Jesús es el esposo del nuevo pueblo, la humanidad: “Cuando moría un hombre
casado sin haber dejado descendencia, su hermano debe desposar a la viuda; en
el caso de que se negara, ella delante de los ancianos le quitará la sandalia del
pie, y le escupirá en la cara (ley del levirato, levir-cuñado. Da 25,5-10).
No quitarle la sandalia a Jesús como dice Juan significa estar dispuesto a
desposar a su pueblo; así como los profetas cantaban a Yahvé que desposaba
al pueblo por amor.
El bautismo está directamente referido al espíritu de Dios y al Espíritu Santo
después de la resurrección de Jesús. Bautizar con Espíritu Santo significa
comunicar la misma vida divina.: “He venido para que tangan vida y en plenitud”
(Jn 10,19), vida divina es vida en plenitud.
DEBILITAR EL “EGO”
Hoy recordamos en la Liturgia con admiración y gratitud la figura de Juan
Bautista quien mostró dónde estaba Jesús y el camino para llegar a él,
alegrándose con quienes lo encontraron, pero no porque hubieran encontrado y
conocido a Juan. Cuando otros se encontraron a Jesús, Juan siente que su tarea
ha terminado y calladamente se retira, o mejor, otros lo hacen desaparecer de la
escena. Esa es la suerte de los que buscan debilitar su “ego” para que se
fortalezca la presencia de Jesús, s￳lo esperando “que sus nombres queden
escrito en el reino de los cielos”.
La complejidad de la sociedad actual no nos permite discernir donde están los
buenos precursores mensajeros del evangelio que nos indiquen el camino
correcto de la fe y encuentro con el Salvador; pero en cambio sí hay muchos
que ofreciendo productos religiosos supuestamente salvíficos, nos alejan de la
salvación, más aún de la persona de Jesús prolongando nuestra estadía en el
desierto, llevándonos no a oasis restauradores sino a estanques de muerte.
Las angustias morales, sicológicas, económicas y sociales que estamos viviendo
en el país, requieren profetas que nos pregunten ¿en dónde hemos puesto la
esperanza? quizás nuestra esperanza está en un lugar equivocado. Y cuando se
tiene la esperanza donde no es, vienen todas las angustias y desilusiones incluso
con la paz.
El adviento es un tiempo para viajar a los espacios estériles de nuestra vida
personal, familiar, social política y reconciliarnos con la paz del pesebre.
Quizás la única pregunta de Adviento es cómo podemos enseñar y comunicar a
los niños, los jóvenes, a los adultos y a nosotros mismos, ególatras del dinero
fácil, que vale la pena fijar metas más altas, esperanzas más ciertas y, sobre
todo, vivir en el Adviento de un Mesías-Salvador de nuestras desordenadas
ambiciones navideñas. Dios quiera que la paz de Él sea la nuestra.
Padre Emilio Betancur Múnera