II Domingo de Adviento, Ciclo B
Honorio López, C.M.
¿Cómo encenderemos hoy la segunda vela del Adviento? ¿Con qué fe, con qué
ánimos? ¡Esperen y apresuren la venida del Señor con una vida santa!, nos dice la
segunda lectura de este domingo. “Allanen en la estepa una calzada para nuestro
Dios… que lo torcido se enderece y lo abrupto se iguale”, clama Isaías. Y Juan
Bautista, proclama en el evangelio que ya llega el que nos bautizará “con Espíritu
Santo”.
¿Qué torceduras, injusticias, neutralidades o violencias he de suprimir para
enderezarme hacia ése que me anuncia el Bautista? Caminamos hacia Belén, hacia
aquel que vino, que viene y que vendrá. “Amar es ya estar en camino”, escribía san
Gregorio Magno, por eso “no nos dejemos seducir por las falsas victorias. Sería
tonto el viajero que, deslumbrado por el hermoso espectáculo del paisaje, olvidara,
a mitad del camino, el destino de su viaje”. Es un camino arduo, pero festivo. No
vamos solos. Miles de hermanas y hermanos nuestros se esfuerzan, oran, luchan,
sirven, aman, se levantan de sus caídas, y siguen con el espíritu de Jesús. Eso
mismo esperan de ti y de mí, ¿los decepcionaremos?
El cristianismo no comenzó con grandes declaraciones. Comenzó con una joven
embarazada que no encontraba posada para dar a luz. Cuando te abres a Dios y
das posada o servicio a un necesitado, allí recomienza el cristianismo. El Adviento
es vigilancia, fe, reforma de la vida, servicio, comunión y alegre esperanza. ¿Así es
el nuestro?
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)