III Domingo de Adviento, Ciclo B
Honorio López, C.M.
“En medio de ustedes hay uno al que no conocen”
No siento ninguna atracción hacia una japonesa a la que de nada conozco. Tampoco
esta veinteañera se siente cautivada por un francés al que nunca ha vista ni nada
sabe de él. El amor personal y sus obras no se dan en la nube de la ignorancia. Y
Juan bautista les asegura a sus oyentes que en medio de ellos hay Uno al que no
conocen. Y se refiere a Jesucristo. ¿Podría decirnos lo mismo a nosotros?
En general, es escandalosa la ignorancia de muchos cristianos sobre Jesucristo. Las
culpas de esto provienen de distintas fuentes. Una de ellas es la falta de una
animosa y sustancial evangelización. Otra, por supuesto es la capacidad que
tenemos de escuchar esto y lo otro o leer esto y lo otro, menos los evangelios.
No pocos “evangelizadores” dan por supuesto lo que no se puede dar por supuesto,
lo más importante. Pero, como nos lo recordaba Pablo VI, “No hay evangelización
verdadera, mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el
reino, el misterio de Jesús de Nazaret Hijo de Dios”. Sin el conocimiento de
Jesucristo y el encuentro con él, ¿de dónde sacaríamos los servicios, las obras y el
ejemplo? El seguimiento supone el previo y progresivo encuentro. Sin pasión por
Jesucristo, ¿qué será de nuestra vida cristiana y de nuestras comunidades? Y, sin
conocimiento de él, ¿cómo llegaríamos a apasionarnos?
Danos, Señor, ansias de conocerte, vivirte y darte.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)