La Sagrada Familia, Ciclo B.
Familia familiar y Santa
Padre Pedrojosé Ynaraga Diaz
Los políticos se vuelven filósofos y antropólogos y en sus programas y decisiones se
atreven, imprudente y erróneamente a veces, a dictar normas de convivencia. Se
atienden a criterios del momento o de algunos grupos. A lo que se atenía hasta
hace poco nuestra sociedad, le llaman con indiferencia, o ironía, familia tradicional.
Que juzgue cada uno la identidad y consecuencias del proceder de políticos y
antropólogos. La razón última de nuestro concepto de familia, está en que fue la
que vivió fundamentalmente nuestro Redentor. Los domicilios, los vestidos, los
horarios, la mesa y la cama, podrán cambiar de forma. No son realidades
fundamentales.
El amor, la fidelidad y el compromiso, son lo esencial. De ello Jesús, José y María
fueron ejemplar testimonio. No somos nosotros seguidores de un libro, ni de una
teoría. Nuestra norma dimana de una vida que fue ejemplar, que se nos propuso y
que da buenos resultados.
Mis queridos jóvenes lectores, es preciso que hoy nos examinemos. La Santa
familia no nos es extranjera, el mundo sacramental nos permite incorporarnos a
ella. El pasaje evangélico que la liturgia nos ofrece hoy es muy simpático. Es
curioso también en esto el proceder de Dios. No deposita en manos jóvenes sus
cuitas. Dos ancianos son los designados para instruir a la misma Madre del Hijo de
Dios.
Han acudido al Templo a ofrecer un don. Se han desplazado un largo trecho, os lo
digo porque yo un día también lo recorrí. Se alegran de lo que les dicen dos
viejecitos. Simeón, aunque le cueste, no deja de trasmitir a esta singular Mujer, la
suerte que tiene con aquel Niño que ha dado a luz, pero tampoco le oculta los
sufrimientos que le causará. ¿Fue prudente que Dios quisiera adelantar los malos
tragos que le tocaría sufrir? ¿No le causarían un perjudicial trauma? Pensaría un
buen sicólogo…
Así procede Dios. Paradoja de la Fe. Generosidad, valentía y cultivo de la vida
interior, que, no lo olvidéis que, como dijo aquel, es una vida que es interior. Quien
quiera vivir con Dios, es preciso que la tenga y muy interiormente.